Viajar y escuchar.
Sí. Porque no hay duda de que el paisaje nos habla. Paseamos por este extenso y maravilloso mundo y, si ponemos atención, podemos oírlo con certeza en cada pisada sobre las piedras del suelo que nos sostiene.
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Hay vida en cada soplo de viento, en cada bache del terreno, en cada colina..
Todo es mucho más que simple tierra.
Nuestro planeta tiene muchas historias por contar.
Nosotras intentamos colarnos dentro de su alma en una de las grietas más bonitas que pudimos encontrar. Llegamos al lugar donde sentimos su corazón latir y el calor de su interior.
Comienza un nuevo día en Etiopía, una nueva aventura está vez con un destino muy particular; un viaje al centro de la tierra.
Hoy comienza nuestra ruta a Danakil, donde nos encontraremos cara a cara con el volcán. Hoy realizaremos el ascenso al volcán Erta Ale.
Todo un sueño hecho realidad.
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ETIOPÍA, DÍA 2: EL VOLCÁN ERTA ALE
Casi no hemos dormido.
Anoche había mucha música (sorprendentemente reguetón) y ruido. Aún así estamos emocionadas por el día de hoy.
A las 7:30 suena el despertador ya que a las 9:30 vendrían a buscarnos. Aunque tenemos todo listo, queremos acomodar una pequeña mochila para el trayecto. Decidimos darnos una ducha aunque, cuál es nuestra sorpresa, no sale agua ni en el grifo ni en la ducha.
Bueno, estamos en Etiopía. Lo teníamos «previsto». Aunque la dueña con todo su amor nos sube un par de cubos de agua y podemos asearnos un poquito.
Desayunamos los plátanos que compramos el día anterior y tomamos un tuk – tuk para ETT.
Antes de comenzar mi diario de viaje del día de hoy os dejo con una de las cuestiones más preguntadas:
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¿ES SEGURA LA RUTA AL VOLCÁN ERTA ALE?
Esta es la pregunta que más nos venía a la mente.
La visita al Erta Ale es una experiencia impresionante, pero también conlleva riesgos que debéis conocer y ser conscientes de que existen. La seguridad depende en gran medida de la situación política del momento.
La región de Afar ha experimentado tensiones y conflictos en el pasado. Por lo que es crucial mantenerse informado sobre la situación y las recomendaciones de las autoridades locales antes de viajar.
En nuestro caso, unos días antes apuñalaron a unos chicos y casi cancelamos la excursión. Decidimos seguir adelante aún sabiendo los riesgos y, tengo que reconocer que no vivimos ninguna situación que nos hiciese pensar que estábamos en peligro.
Mi consejo es que consultéis y os informéis antes de viajar y toméis una decisión sabiendo la situación del momento.
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Y ahora sí, empieza este segundo día en el cuerno de África.
La ruta comienza en Mekele.
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Normalmente suele ser el punto de partida.
Aquí los tours se preparan para enfrentar las exigencias del desierto.
Son las 10:20 de la mañana y el primer 4×4 se aventura en la carretera hacia el sur; serpenteando a través de la vastedad árida y abrasadora del desierto de Danakil.
La carretera es áspera, apenas un sendero marcado en la tierra, flanqueada por colinas de roca volcánica y vastas extensiones de sal blanca que brillan bajo el sol despiadado; aunque en ocasiones el paisaje ofrece zonas verdes e incluso a lo lejos divisamos una cascada.
En nuestro caso disponemos de un 4×4 para nosotras solas y nuestro conductor, algo que agradecemos ya que son 6 horas hasta el campamento base, por lo que estaremos mucho más cómodas y espaciosas.
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El viaje se extiende por unos 200 km que, debido a las condiciones del terreno y el estado de las carreteras, suele alargarse entre 8 y 12 horas.
El primer tramo del trayecto se realiza en una carretera relativamente buena que conecta Mekele con la región de Afar. Durante este recorrido, el paisaje es más verde y la carretera está en condiciones relativamente mejores. Incluso pudimos ver una cascada a lo lejos impresionante.
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Casi sin darnos cuenta ha llegado la hora de comer. Esta primera parte de trayecto ha sido amena; varias paradas para fotografiar, música y buena compañía hacen que se pase en un abrir y cerrar de ojos.
Pero el estómago empieza a rugir. Paramos toda la caravana de coches que nos encontramos en ruta en un pequeño poblado y nos invitan a una casa donde comeremos. El menú es de lo más sencillo, pero también de lo más delicioso; pasta con verduras que nos supo a gloria.
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Aprovechamos este ratito para socializar, hacer alguna fotografía y descansar y, antes de darnos cuenta, ya estamos de nuevo en nuestro 4×4 recorriendo el segundo tramo.
Este parte de recorrido es totalmente diferente. A medida que nos acercamos al desierto de Danakil, la carretera se vuelve menos cuidada y más movida. El suelo es pedregoso y polvoriento. El color verde ha quedado atrás; aquí la temperatura aumenta y el ambiente se torna árido y seco.
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En un momento dado consultamos la temperatura y nuestra sorpresa no puede ser mayor. Hay zonas donde alcanzamos los 48º.
Aquí comenzaría la última parte del recorrido y la más «difícil». En estos últimos tramos hacia el campamento base los caminos son desafiantes. La carretera puede ser accidentada y está repleta de rocas, dunas de arena y surcos profundos. Conducir en esta zona es complicado, y es normal que los vehículos se queden atascados.
De hecho, uno de los 4×4 pinchó una rueda y tuvimos que esperar hasta que consiguieron cambiarla.
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LLEGADA AL CAMPAMENTO BASE
El campamento base se encuentra en una zona relativamente plana en las faldas del volcán, y desde aquí se organiza el ascenso al cráter. Las instalaciones son básicas, pero proporcionan un punto de partida esencial para la expedición al Erta Ale.
Aquí descansamos y nos preparan algo de cenar, una cremita de verduras y algo de pasta nuevamente para cargar fuerzas antes del ascenso al volcán Era Ale.
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A menudo, esta parada se aprovecha para descansar y recuperarse de la travesía antes de emprender la caminata nocturna al borde del volcán. Nosotras estamos tan emocionadas que preferimos recorrer la zona y sacar alguna que otra fotografía más.
No todos los días estás tan cerca de un volcán.
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EL ASCENSO NOCTURNO
Uno de los principales motivos por los que el ascenso al volcán se realiza al caer la noche es para evitar las altas temperaturas. Lo más prudente es esperar a que el sol sea menos cruel y el calor no sea excesivo.
Preparamos las últimas cosas necesarias en nuestras mochilas y sobre las siete de la tarde comenzamos nuestra caminata.
Aunque a distancia parece que la caminata será sencilla, no hay que dejarse engañar por la altura del volcán. Se necesitan unas cuatro horas para subir desde la depresión, desde menos 70 metros, hasta una altura de más de quinientos metros.
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Comenzamos el ascenso guiados primero por la luz del atardecer y, en pocos minutos, por la luz de las estrellas y las linternas. El terreno es áspero y traicionero. A cada pasos sientes como crujen bajo tus pies las rocas volcánicas. Es por ello que debéis ir con un calzado cómodo y cerrado.
Aunque en el primer momento la caminata parece sencilla, como os decía pronto el cuerpo nota el cansancio y los metros de ascenso. Sin duda, la caminata desafía tanto el cuerpo como el espíritu.
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Pero no os desaniméis. Es apta para cualquier persona con un mínimo de forma física y una experiencia única.
Los últimos tramos son los más emocionantes. A medida que avanzamos el aroma sulfuroso del volcán se hace más intenso. Es la señal inconfundible, estamos muy cerca del cráter.
Pero no sólo eso. De pronto comenzamos a percibir una luz naranja. Es el reflejo de la lava del orificio del volcán. Nuestros sentidos están más alerta y emocionados que nunca. Hay un sonido que jamás habíamos escuchado y el azufre nos envuelve. Por fin hemos llegado.
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Con la ayuda de las linternas nos acercamos al borde del cráter, atraídas por la fuerza del volcán. La visión que se despliega ante nuestros ojos es imposible de describir.
Un lago brillante y replandeciente de lava en constante movimiento; iluminando la oscura noche con su resplandor rojizo y dorado. El magma explosionado en llamaradas, un perfecto mar agitado, pero no con agua, sino con el corazón de la tierra.
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EL INTERIOR DEL VOLCÁN
Si hay algo por lo que me siento especial es por haber visto cómo es el interior de la tierra.
No sé si en otro lugar del mundo ocurre, pero en Erta Ale puedes asomarte (tengo que decir que sin ningún tipo de seguridad) a ver cómo es el centro de la tierra. Una ventana al interior de nuestro planeta, donde el magma hirviente nos muestra un perfecto espectáculo de creación y destrucción.
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El sonido es único, una mezcla entre el rugido del mar con el sonido de los fuegos artificiales.
Sin duda, el momento es sobrecogedor, uno de esos instantes que se quedan grabados en lo más profundo de tu mente y tu corazón. Uno de esos momentos por los que viajar tan lejos merece la pena.
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UNA RECOMENDACIÓN: Llevad mascarillas (al menos doble mascarilla) para evitar respirar los gases del volcán y soportar el olor a azufre.
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Tras minutos u horas (no puedo decir cuánto tiempo estuvimos, porque literalmente estábamos tan impresionados que ni lo miramos); nos dicen que es hora de marcharnos.
Todos echamos un último vistazo. Mires a quien mires la expresión es la misma. Una mezcla entre sobrecogimiento, sensación de incredulidad y, sobretodo, humildad ante la magnificencia del Erta Ale.
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DORMIR JUNTO AL VOLCÁN
Deshacemos algunos metros nuestros pasos para llegar al campamento donde dormiremos esta noche.
Un hotel mil estrellas pero con cero comodidades. El tour nos facilita una especie de colchones con tanto polvo, que mejor ni pensarlo y unos sacos de dormir con un grado de limpieza cuestionable, pero ¿a quién le importa? Vamos a dormir justo al lado de un volcán aún activo, con las estrellas iluminando la noche. Sin duda somos más que afortunadas.
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La cercanía a la lava y su luminosidad intensa, sumado al rugido del volcán añaden una dimensión única a la experiencia; descansar no es el objetivo (de hecho os recomiendo tapones para los oídos ya que seguro que escucháis ronquidos, nosotras no pudimos dormir nada jajaja).
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El día llega a su fin. El día ha sido una total aventura donde hemos conectado con la naturaleza en su forma más indómita. Y, aunque el confort es relativo y las condiciones pueden ser extremas, el testimonio de haber pasado la noche en la presencia de un volcán activo es una experiencia única para quienes la viven.
La vibración constante de la tierra, el aroma a azufre en el aire y el espectáculo visual de la lava en movimiento transforman la experiencia en algo casi meditativo. La sensación de estar en la presencia de una fuerza primordial y en constante cambio es tan inspirador que todos deberíamos vivir algo así en nuestra vida.
Mañana nos quedan muchas emociones aún.
Espero que nos acompañéis para descubirlas. ¡Nos vemos en mi próximo diario de viaje!