Llegar al corazón arqueológico de Camboya, a Angkor Wat, puede llevar menos de tres horas en autobús. Un camino que se sucede entre curvas y ganas de conocer la ciudad perdida.
Pero hay una forma diferente de conocer los 170 kilómetros que separan Battambang del Parque Arqueológico de Angkor Wat. Una travesía que es una metáfora de diversidad, convivencia y adaptación al lugar.
Y esta forma es en barco. Una tras otra, las curvas del río van enseñando campos de arroz, campesinos a los extremos de las orillas, pescadores intentando ganarse el alimento del día y un lago tan grande como un mar.
Cuando el agua se «convierte» en tierra, sabrás que has llegado al lago Tonlé Sap. Una especie de arca de Noé donde todos sus habitantes viven sobre el agua.
Un viaje a cámara lenta para degustar.
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CAMBOYA, DÍA 5: EL CAMINO A SIEM REAP
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Sigue siendo noche cerrada.
El hotel está en completo silencio salvo por el canto de algún pájaro. Nos vestimos aún con la sensación de estar dormidos y bajamos nuestras mochilas a la recepción. Allí nos han preparado un desayuno a modo de picnic para llevar.
Minutos después llega Nicky en su tuk-tuk. Siempre amable nos saluda y cargamos las mochilas en la pequeña cabina. Desde el hotel nos dirigimos a través de las calles aún adormiladas de Battambang hacia la agencia de viajes.
El viento es fresco, pero nos viene genial para despertar mientras atravesamos la ciudad.
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Nicky nos lleva hasta la agencia donde el día anterior habíamos comprado los billetes para el barco.
Allí, esperamos pacientemente a que llegaran los otros pasajeros que nos acompañarían en nuestra travesía en barco. Aprovechamos para comprar un par de botellas de agua y algún que otro paquete de galletas a modo de provisiones extra.
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SALIDA DESDE BATTAMBANG
¡Todos a bordo!
Los tuk-tuk emprenden su camino hacia el río. Dejamos atrás las calles pavimentadas y nos adentramos en caminos de tierra. El paisaje urbano ha cambiado a uno más rural; con pequeñas granjas, casas tradicionales camboyanas construidas sobre pilotes, y locales caminando cerca de los arrozales.
El aire sigue siendo fresco, el sol aún no calienta y hay ese típico olor a tierra húmeda.
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Tras unos veinte minutos de trayecto, llegamos al «embarcadero» a orillas del río Sangker.
Le llamaremos embarcadero o muelle por ponerle un nombre. Realmente este muelle es la orilla del río con una pequeña plataforma de madera gastada, rodeada de algunas embarcaciones atadas.
Aún tenemos que esperar algunos minutos más. Mientras, los lugareños van llegando. La mayoría van con cajas o con sus cestas llenas de productos. Otros muchos éramos turistas que estábamos deseando vivir la experiencia como un local más y ver la vida de los pueblos flotantes.
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Tras una larga espera nuestro barco, pintado de vivos colores desgastados por el tiempo, ya estaba listo.
Nos espera nuestra travesía hacia Siem Reap.
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COMIENZA LA TRAVESÍA
El barco zarpa, avanzando río abajo.
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Al principio, las orillas del río estaban salpicadas de pequeñas y sencillas construcciones de madera que parecían flotar sobre el agua.
Empezamos a ver escenas de la vida cotidiana que se despliegan a nuestro paso.
Mujeres lavando la ropa en la orilla, golpeando las telas contra las rocas con un ritmo casi hipnótico.
Los niños, y no tan niños, que corren descalzos hasta la orilla para saludarnos a lo lejos. Otros que se zambullen en el río, salpicando agua en todas direcciones.
Pero sobre todo, hombres en sus pequeñas barcas de pesca, lanzando redes o remendando las que se habían estropeado; absortos en su ardua tarea, pero siempre atentos para saludarnos con una sonrisa justo cuando nuestra barca adelanta las suyas.
Toda una experiencia.
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El paisaje es muy verde y repleto de campos de arroz y palmeras a orillas de la ribera.
El barco va a un ritmo constante que permite apreciar la vida rural en su máxima expresión.
El sol empieza a calentar algo más. Lo cierto es que está siendo una mañana algo fría, pero nada que una chaqueta no pueda arreglar.
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A medida que avanzábamos, el paisaje cambia.
Empezamos a ver las primeras aldeas flotantes; verdaderas comunidades acuáticas que parecían desafiar las leyes de la gravedad. Aquí las viviendas se construyen sobre plataformas de madera o bambú.
Las tiendas de comestibles, las escuelas, los templos e incluso las granjas estan «flotando» sobre el agua.
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¿Y cómo se desplazan sus habitantes?
Pues como nosotros. Con pequeñas embarcaciones. Ya desde pequeños, los niños, aprenden a moverse con destreza en botes. La facilidad con la que reman delata su familiaridad con el río.
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Después de varias horas navegando por el río Sangker, salimos a la gran extensión de agua: el lago Tonlé Sap; el más grande de agua dulce en el sudeste asiático.
El sol brilla, y las aguas totalmente en calma reflejan el cielo con tanta claridad que en ocasiones cuesta distinguir dónde termina el agua.
Sin duda, esta fue mi parte favorita.
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LLEGADA A SIEM REAP
Han pasado más de 8 horas, y por fin la ciudad de Siem Reap se deja ver.
Aunque el viaje no ha sido pesado como tal, si muy largo y el cansancio se nota. Finalmente, tras un largo día en el agua, el barco atraca en el muelle de Siem Reap. Diría que, de nuevo, nos encontramos con un puerto pequeñito, pero llamar puerto a la orilla de Battambang es demasiado ambicioso.
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Pero el de Siem Reap es otra cosa.
Embarcaciones que llegan y se van, pasajeros subiendo y bajando de ellas, mercancías que se acumulan en los escalones..
Allí nos esperaba nuestro conductor, el primo de Nicky.
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CONTACTO: BORET +855 97 550 2297
Nuestro conductor tanto para desplazarnos desde el puerto de Siem Reap al centro de la ciudad, como para recorrer Angkor Wat fue Boret. Un chico amable, detallista y que nos hizo disfrutar de nuestra visita al máximo.
Si venís a Siem Reap, él es vuestra persona 🙂
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Desde el puerto a la ciudad de Siem Reap hay una hora de camino aproximadamente, pero la temperatura es agradable y el paisaje precioso, aunque si somos sinceros estamos deseando llegar al hotel y darnos una ducha.
El precio de este trayecto nos costó 10 dólares. Tengo que reconocer que en un primer momento nos pareció caro, pero cuando vimos la distancia y los caminos de tierra cambiamos por completo de opinión.
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PRIMERAS HORAS EN SIEM REAP
Nuestro hotel para estos días es The Urban muy cerca de la zona colonial y Pub Street a pie (unos 10 minutos) pero no tanto como para escuchar todo el ruido. Además nuestro viaje coincidió con fin de año por lo que Pub Street era muy ruidosa.
Después de una ducha salimos a pasear y a cenar.
Nuestro restaurante para esta noche es Khmer Taste Restaurant, un local con una carta que incluyen platos tradicionales de la gastronomía camboyana.
Damos un último paseo y ya estamos listos para volver al hotel a descansar. Mañana nos espera un madrugón y el plato estrella de Camboya.
¡Espero que también nos acompañéis»