Como pasa con el amor, la mejor forma de viajar es hacerlo sin ideas preconcebidas. Cuando conocemos a alguien e investigamos o preguntamos antes sobre esa persona, corremos el riesgo de decepcionarnos después.
Porque sí. Cada persona tiene una opinión y nunca son iguales entre ellas. Pero claro, la mayoría de nosotros somos curiosos por naturaleza y ¿quién se resiste a conocer un poquito más de eso tan misterioso que acaba de proponernos la vida?
Por eso, hablemos de conocer Bulgaria; esa gran desconocida que merece la pena descubrir.
Con Bulgaria, como con tantas otras ciudades (y personas, lo admito), pequé de nuevo. Pregunté a todos aquellos que conocía que ya la habían visitado y, antes si quiera de pisar su suelo, ya la juzgué. Y pensé que quizás había hecho mal en elegir destino.
La mayoría me decían que era un país feo, que les había decepcionado y que no era el mejor país de Europa ni por asomo.
Por suerte, soy de esas que no se dejan llevar por los malos comentarios. Siempre doy oportunidades a aquello nuevo para mi porque, reconozcámoslo, quizás eso que otra persona odia con todas sus fuerzas es justo lo que tú necesitas en tu vida. ¡Y qué bien que soy así!
Y si tú eres de los míos, y has llegado aquí queriendo saber más de esta gran desconocida, déjame que te cuente mi experiencia. Eso sí, luego olvida lo que has leído y lánzate a conocerla sin tener en cuenta nada de lo que los demás digamos, ¡sólo así al conocer Bulgaria el flechazo será real!
Bulgaria es el país de las contradicciones. Donde para decir que no, deberemos mover la cabeza como si dijéramos que sí y viceversa
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Bulgaria es ese país que suena a exótico, pero que tiene demasiado que ver con nuestras raíces. Es energía de la mezcla de sus civilizaciones en un lugar tan reducido. Son las memorias de tracios, romanos, bizantinos, judíos, islámicos y, por supuesto, búlgaros al alcance de tu mano.
El país donde la gastronomía se basa en el yogurt y el queso, donde crece un tipo de rosa única que tiene tantas propiedades curativas como seguidores. Donde los trajes regionales están adornados con infinidad de colores y donde encontrar aguas termales mientras paseas por la calle.
Bulgaria es el país con la catedral ortodoxa más grande de los Balcanes, donde los días de poco viento sus campanas repican a lo largo de 30 kilómetros. El país donde la gente es brusca pero ¡ay cuando encuentras a alguien amable!
El país que dio nombre de mujer a su capital (aunque acentuándola en la O, para diferenciarla, porque se merece tener su propia personalidad) y de ciencia, ¿Qué si no es Sofía sino la sabiduría de la historia de nuestros antepasados?
Conocer Bulgaria merece la pena. El país de la naturaleza, de las montañas y los lagos; de la mezcla de religiones en convivencia. Del recogimiento y respeto de la fe bajo la luz de las velas. De los colores de su famoso monasterio en contraste con el blanco de la nieve. De la tranquilidad de sus calles.
Bulgaria es ese país que no te atreves a visitar y deberías. Porque a veces es bueno apreciar lo bello en lo simple y alejarnos de las masificaciones para conectar con nosotros y con el verdadero significado de viajar y descubrir el mundo.
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