El Danubio siempre ha sido fuente de inspiración para artistas, incluso tiene su propio vals, pero es mucho más que eso; es el punto de unión entre dos antiguas ciudades que hoy forman una sola, la preciosa Budapest. El Parlamento, el puente de las cadenas y el castillo de Buda conforman el perfil más reconocible de la capital húngara y ofrecen una estampa de cine al atardecer, cuando la ciudad se ilumina y brilla con luz propia.
Budapest es una ciudad que conquista, tanto por su arquitectura decadente como por su historia y todo lo que ofrece a los turistas. Hace un par de meses decidí regalar a mi hermano un viaje como regalo de Navidad y le propuse varios destinos, entre ellos Budapest a pesar de que yo ya la conocía. Finalmente fue la elegida, y no pude resistirme ya que la primera vez me gustó pero no pude disfrutarla al 100% ni visitar tanto como me hubiera gustado.
Aunque nuestro viaje fue de 3 días (más el último, pero cogíamos el vuelo a las 10 de la mañana) os dejaré una ruta para visitarla en 2 días, ya que nosotros íbamos a encontrarnos con amigos allí y decidimos prescindir de tiempo turístico para disfrutar de las amistades. Obviamente en 2 días no se puede visitar todo, pero sí lo más significativo de la ciudad y sin prisas. ¿Comenzamos?
Nuestro primer día en la ciudad empieza bien temprano para desayunar y coger fuerzas para el intenso día que nos espera. Una vez listos nos dirigiremos al Parlamento, nuestra primera parada. El Parlamento Húngaro es una de las construcciones más bellas y colosales de la ciudad, fue construido entre los años 1884 y 1902 con la intención de demostrar el poder económico del país.
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Hasta el año 2013 era complicado visitar su interior por libre, por lo que la propia entidad decidió vender entradas en grupos organizados por el idioma del turista.
Para los españoles, los tours son a las 10:15, a las 13:15, a las 14:15 y a las 16:00; las entradas se pueden comprar en el propio Parlamento, pero no os lo recomiendo en absoluto ya que hay tanta gente intentando visitarlo que puede que no encontréis plaza en el horario que buscabais. Lo mejor en estos casos es ser un poco previsor, llevar el viaje medianamente planificado y sacar las entradas unos días antes. Podréis comprarlas en su web oficial, la página es totalmente segura y os ofrecen varias opciones dependiendo de la edad y de si sois residentes en la Unión Europea. Una vez las compréis, podéis descargar el PDF con ellas e imprimirlo (es importante que las llevéis ya que os las piden tanto a la entrada del tour como a la salida). El precio para los menores de 24 años es de 1000 florines, mientras que para los mayores de 25 es de 2000 florines.
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El edificio es de estilo neogótico y tiene 286 metros de largo y 123 de ancho. El interior tiene 691 habitaciones, 10 patios y 29 escaleras. Además es uno de los edificios más altos de Budapest junto a la Basílica de San Esteban, con 96 metros, un número que no han dejado al azar, ya que hace referencia al milenio de la nación en 1896 y a la conquista del Reino de Hungría en el año 896. Una vez dentro (os recomiendo llegar entre 5 y 10 minutos antes del comienzo del tour) y tras pasar un control de seguridad, empieza nuestra visita guiada. Todo el interior está decorado con oro y mármol, de hecho se utilizaron unos 43 kilos de oro en su construcción y medio millón de piedras preciosas.
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Lo primero que encontraremos es una preciosa escalera con una kilométrica alfombra roja que nos da la bienvenida y nos lleva a la Sala de la Cúpula, donde se exponen las estatuas de los reyes de Hungría y la Santa Corona Húngara o corona de San Esteban, que perteneció al primer rey del país y hoy es el único símbolo de la autoridad real, aunque en Hungría no existe la monarquía. La Sala está permanente vigilada por tres guardias que custodian la corona día y noche y que sólo pueden cambiar de posición una vez cada cinco minutos. Aunque en esta parte de la visita está prohibido tomar fotografías, si que podréis ver el cambio de guardia.
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De aquí pasaremos a la Antigua Cámara Alta y Cámara Baja, donde antiguamente se reunían en los plenos parlamentarios. Actualmente la Cámara Alta sólo se utiliza con fines turísticos. No quiero explicar demasiado ya que en la visita (que dura algo menos de 45 minutos) os contarán la historia y los detalles del edificio, además de dejar algunos minutos para tomar fotografías.
Por último quiero señalar algo que he visto al estar escribiendo estas líneas, hay una página que «vende» las entradas al Parlamento y que podría parecer la oficial. Para nada es así, ya que mientras las entradas para ciudadanos europeos cuestan 2000 florines (algo más de 6€) aquí las venden por unos 15€. Evitad este tipo de páginas y recurrid únicamente al enlace que os dejé al comienzo, ya que el resto son una estafa.
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Desde aquí visitaremos uno de los monumentos más emotivos de la ciudad y puede que de toda Europa, «Los zapatos en el paseo del Danubio», obra de los húngaros Gyula Pauer y Can Togay, un verdadero homenaje a los judíos asesinados por el partido socialista Arrow Cross en la Segunda Guerra Mundial que, entre el 15 de octubre de 1944 y el 28 de marzo de 1945 quitaron la vida a casi 15.000 personas y deportaron a más de 80.000 a Auschwitz. La obra muestra unos sesenta pares de zapatos realizados en hierro colado a la orilla del río, ¿el motivo? a las víctimas de Holocausto se las llevaba a un lugar así y aquí se les ordenaba descalzarse antes de ser tiroteados por la espalda.
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Nuestra siguiente parada es la Basílica de San Esteban, el edificio religioso más grande de Hungría. Está dedicada al primer rey del país, Esteban I y en su interior podemos encontrar su mano derecha momificada y expuesta como reliquia (aunque para poder verla hay que pagar un donativo).
Al igual que el Parlamento, mide 96 metros de altura, su construcción terminó a principios del siglo XX, tras medio siglo de obras (que se alargaron debido al derrumbe de la cúpula). Se construyó siguiendo los cánones neoclásicos, con una planta de cruz griega. En su fachada encontramos dos torres gemelas a modo de campanario (en la torre derecha se encuentra la campana más pesada y grande de Hungría (pesa aproximadamente nueve toneladas).
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Para poder acceder a su interior debemos pagar 200 florines o 2€, aunque no hay una taquilla, sino una urna en la que iremos echando este «donativo». El interior es espectacular y está revestido con mármoles de diferentes colores y piedras preciosas. Entre la decoración encontramos numerosas estatuas, entre las que destaca la de San Esteban en mármol blanco, y el mosaico del altar principal. Para poder ubicar su escultura aquí fue necesario pedir permiso al Vaticano ya que normalmente este lugar corresponde a la imagen de Jesucristo. Un dato curioso es que durante la Segunda Guerra Mundial muchos documentos importantes y algunas obras de arte se almacenaron aquí debido a la robustez de sus muros.
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Es posible subir a un mirador que ofrece una vista magnífica de toda la ciudad. Para subir es necesario comprar una entrada, el precio es de 400 florines y hacen descuentos a estudiantes mostrando el carnet universitario. Podemos ascender tanto por ascensor como por las escaleras. Desde dentro podréis ver la falsa cúpula y, una vez arriba una panorámica completa, desde el Parlamento, a los puentes y el centro (totalmente nevado si vais en invierno). Los horarios de visita es de 9 de la mañana hasta las 16:00.
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A la salida tomaremos la Avenida Andrassy como camino hasta llegar a la Ópera. Esta avenida es un bulevar emblemático y una de las calles más conocidas de la ciudad. Está flanqueada por casas y palacios neorrenacentistas con fachadas preciosas, por lo que fue reconocida como un lugar Patrimonio de la Humanidad en 2002. Además es conocida porque en ella se encuentran numerosas tiendas de moda de alta costura como Gucci, Louis Vuitton o Ermenegildo Zegna.
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En pocos minutos estaremos ante la Ópera Nacional de Hungría. Su construcción se inició en 1875, de la mano de Francisco José I, emperador de Austria, con la condición de que no fuera más grande que la Ópera de Viena, con la que rivaliza. Las obras finalizan en 1884 con una capacidad final de 1261 asientos y tiene una inauguración de lujo ya que la propia Sissi emperatriz es la encargada de abrirlo al público.
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El exterior está decorado con esculturas de famosos músicos y compositores importantes, además de una esfinge que nos recibe al llegar. Nosotros no visitamos el interior con la visita guiada ya que compramos entradas para ver Turandot (aunque al final resultó ser en el teatro Erkel y no pudimos disfrutar de lo espectacular que es por dentro) pero tenéis la opción de hacer la visita guiada de una hora. Los tours en español son a las 15:00 y a las 16:00 y recorre desde el gallinero hasta los palcos.
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En el tour os contarán muchas curiosidades como el peso de la lámpara (que pesa unas 3 toneladas) o cómo hacen para mantenerlas. La entrada cuesta 2900 florines para los adultos y 1900 en el caso de los estudiantes.
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Seguiremos caminando por la enorme avenida, haciendo un alto en el camino para echar un vistazo rápido a los Grandes Almacenes de París, la primera tienda diseñada por departamentos que se abrió al público. Se construyó a principios del siglo XX sobre un antiguo casino, funcionando como centro comercial. Actualmente es una moderna librería con una preciosa cafetería neorrenacentista, decorada con frescos.
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Y a unos 10 minutos llegaremos a la siguiente parada, la Casa del Terror, un museo dedicado a los periodos fascistas y comunistas que sufrió Budapest en el siglo XX. Se encuentra en las antiguas dependencias policiales, por lo que podremos visitar en los sótanos las celdas de aislamiento y de interrogatorios que se utilizaban en esa época.
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El horario de visita es de 10:00 a 18:00, aunque la taquilla cierra media hora antes. La entrada cuesta 2000 florines (1000 florines si sois estudiantes o menores de 24 años) El exterior está decorado con las fotografías de aquellos que perdieron la vida durante el Holocausto, dándonos una idea de lo que podremos ver en el interior. El museo tiene tres plantas con diferentes salas temáticas donde la ambientación está cuidada hasta el mínimo detalle, incluida la música que en algunas salas llega a ser siniestra.
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Nada más entrar, nos recibe un tanque alemán utilizado en la Segunda Guerra Mundial perfectamente conservado.
En las diferentes salas encontraremos fotografías y vídeos, entrevistas a algunos supervivientes y familiares, documentos, grabaciones de llamadas entre militares o discursos históricos, uniformes de la época, material propagandístico y objetos de la época.
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Las conclusiones tras visitar la Casa del Terror es que, sin duda, no deja indiferente a nadie. Todos hemos estudiado las barbaridades ocurridas durante la Segunda Guerra Mundial pero creo que nunca llegamos a imaginar lo realmente duro que es. Ver imágenes reales de la época y entrevistas de algunos supervivientes diciendo que si alguien les hubiese contado lo que tendrían que vivir, pensarían que una persona no sería capaz de soportarlo, ha sido duro. Aún así creo que es necesario saber para evitar caer en los mismos errores.
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A la salida del museo empezaba a anochecer y decidimos disfrutar de las mejores vistas posibles: el Danubio y la zona de Buda. Iniciamos el paseo a la altura de la escultura de la Princesita o el Duende de Budapest. Es una escultura a tamaño real de una niña pequeña disfrazada y apoyada en una barandilla. El artista es Laszlo Marton que se inspiró en su hija pequeña y en un disfraz que vestía a menudo. A pesar de que lleva en la ciudad desde el año 1990, es un punto de atracción turística y una parada obligatoria para hacerse la foto de rigor.
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Mientras caminamos hacia el Puente de las cadenas podremos apreciar las vistas de la ciudad de Buda iluminada y reflejándose en el río, una postal de cuento que difícilmente podremos olvidar.
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En pocos minutos estaremos al comienzo del puente, el primero en unir las dos ciudades que, hasta mediados del siglo XV, se comunicaban mediante barcos o carros cuando el agua se congelaba. El puente fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial y reconstruido a mediados del siglo XX. El puente, de 380 metros de largo, se construyó siguiendo la tendencia neo clasicista y se adornó con 4 grandes leones vigilando sus extremos y el escudo húngaro. ..
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Existe una falsa leyenda sobre los leones del puente, dicen que el escultor olvidó esculpir las lenguas de los felinos y que el día de la inauguración, cuando los ciudadanos se dieron cuenta y comenzaron a abuchearle, no soportó la humillación y se suicidó ahogándose en el Danubio. Hay otra versión que cuenta que fue ejecutado por su error. Nada más lejos de la realidad, ya que los leones tienen lengua pero desde la acera no se ven. Además al escultor no le afectaron las críticas y siguió con su vida sin sufrir consecuencias por las falsas acusaciones.
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Una vez hayamos cruzado el puente llegaremos a la taquilla del funicular que nos ayudará a subir a la parte alta de Buda; aunque se puede subir a pie, lo cierto es que es un buen tramo de escaleras y, en mi caso que iba con la pierna accidentada, ni me lo pensé. El precio de la subida es 1200 florines, si compráis ida y vuelta serán 1800 florines, por lo que merece la pena pagar esa diferencia.
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Cuando lleguemos arriba, a la izquierda, encontraremos el imponente Castillo de Buda o Palacio Real ya que fue durante un tiempo la residencia de los reyes de Hungría. El castillo se construyó en el siglo XIV y forma parte del patrimonio de la Humanidad de Budapest desde 1987. Desde su construcción ha sufrido numerosas restauraciones y remodelaciones a causa de guerras y batallas, por lo que no tiene el mismo aspecto que lucía en sus orígenes. Justo ante él podemos encontrar la estatua ecuestre de Eugenio de Saboya, liberador de la ciudad de Buda en 1686. Visitar sus jardines y sus alrededores es gratuito, pero la entrada (dentro se encuentra la Biblioteca Széchenyi, la Galería Nacional Húngara y el Museo de Historia) se pagan por separado.
Al parecer en su interior se encuentra un laberinto visitable, pero en las dos ocasiones que he estado me ha sido imposible encontrar el punto de acceso, incluso en algunos blogs dicen que ahora está cerrado al público, pero si vais intentad encontrarlos porque creo que merecen la pena.
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Deshaciendo nuestro camino y continuando a la derecha llegaremos a la última parada del día, el Bastión de los Pescadores, un mirador desde donde contemplar Pest en todo su esplendor. Se diseñó y construyó entre los años 1895 y 1902 siguiendo el estilo neogótico y neorrománico. Consta de siete torres que representan las siete tribus magiares que se establecieron en el año 896. En el centro de la plaza se encuentra la estatua de bronce de Esteban I de Hungría a caballo, sobre un pedestal con episodios que cuentan la vida del rey.
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Recibe el nombre de Bastión de los Pescadores en honor al grupo de pescadores que defendió este enclave de las murallas de la ciudad en la Edad Media. Despedimos el día desde este precioso mirador con las mejores vistas de toda la ciudad y preparando el cuerpo para el próximo día. ¡Buenas noches!
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A mi me gustó mucho. Me hubiera gustado haber dispuesto de esta guía, pues aunque estuve en casi todos los sitios que describes,quizás le hubiera sacado mas partido.