¡Aaaaay! Samarcanda, Samarcanda…

Cuando créiamos que habíamos visto la más interesante sobre ti, vienes y nos das candela de la buena con unas visitas diferentes: sus mercados.

Estómagos listos (y un pañuelo en el bolsillo para limpiarse las miguitas después) pero hoy tenemos un planazo y alternaremos en nuestra visita los azulejos y baldosas azules con los mercados más tradicionales.

Hoy tenemos la agenda completa: visitaremos el mercado de Urgut, Shah-i-Zinda, Bibi Khanum y el mercado Siyob.

Un recorrido cultural e histórico, pero también gastronómico ya que estamos dispuestas a probar todas las delicias de los mercados uzbecos y sumergirnos en sus costumbres y su día a día.

¿Preparados? ¿Listos?

¡YA!

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RUTA POR UZBEKISTÁN: DÍA 4 – EL MERCADO DE URGUT

Un nuevo día amanece en Uzbekistán y nosotras estamos más que preparadas para recorrer el país.

Como cada mañana, el dueño del hotel nos prepara un desayuno espectacular; no falta un detalle.

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Hoy decidimos hacer un cambio en la ruta e irnos a unos 40km de distancia de Samarcanda para conocer el mercado de Urgut así que tras hablar con recepción, negociamos un coche privado por 100.000 SUM (algo menos de 8€).

Preparamos lo que nos pueda hacer falta y cogemos las chaquetas (hoy es un día especialmente frío) y ¡estamos listas para comenzar el día!

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EN MARCHA HACIA EL MERCADO DE URGUT

Salimos de Samarcanda rumbo a Urgut temprano, con el frío del otoño en el aire.

El taxi avanza los 39 kilómetros que nos separan de Urgut por un paisaje donde los campos ya han perdido su color verde. Tal y como ocurrió el día que visitamos Shahrisabz, comienza a llover. De momento son poquitas gotas golpean suavemente las ventanillas, creando un ritmo constante que nos acompañarán todo el trayecto.

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Llegamos a Urgut, un lugar en el que se siente la calidez de su gente en contraste con el frío que hace hoy.

La lluvia hace que el suelo esté ligeramente embarrado. Los primeros puestos que encontramos están protegidos bajo toldos improvisados de plástico. El aire está impregnado del petricor mezclado con las especias secas y las hierbas medicinales.

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EL MERCADO DE URGUT

El mercado de Urgut se encuentra en una pequeña ciudad al pie de las montañas Nurata. Y, aunque pueda parecer que sólo es un mercado más, es mucho más que eso; es el remanente de la cultura y las tradiciones de Asia Central.

Es uno de los mercados más antiguos y vibrantes de la región.

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Nada más llegar al mercado, nos encontramos un enorme entramado de callejones y plazas cubiertas de toldos, que nos resguardan de la lluvia y del frío.

Sin duda es toda una experiencia sensorial: los colores de la mercancía, el sonido del regateo y las monedas, el aroma a pan recién hecho y a especias.

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El sonido del chapoteo bajo los pies se mezcla con el intento de conversaciones con los locales.

Aunque hace frío no podemos evitar detenernos a observar los detalles de la vida más cotidiana: mujeres dibujándose las cejas, hombres bebiendo té, gente comprando…

Sin duda la tradición vibra en cada esquina del mercado de Urgut.

El mercado está dividido en secciones, cada una dedicada a un tipo específico de productos.

Por ejemplo, hay zonas dedicadas únicamente a los textiles hechos a mano. Hileras de pañuelos de seda y algodón con colores vivos

Varios ikat tejidos a mano con técnicas ancestrales, tanto en pañuelos, en chales o en prendas bordadas con motivos florales, que llevan la historia de Uzbekistán en sus diseños.

En otra zona encontramos a los ceramistas exponiendo jarras, cuencos, platos .. todos decorados con motivos geométricos o florales en tonos de azul, blanco y verde.
Piezas que recrean los antiguos diseños de la Ruta de la Seda, cuando Urgut era un punto clave de comercio entre Oriente y Occidente.

Llegamos a la zona dedicada a los herreros y artesanos de metal; los vemos trabajando con herramientas rudimentarias, moldeando el hierro o el cobre y creando utensilios de cocina, joyas y adornos.

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Quizás la zona que más nos gustó fue la dedicada a los alimentos.

A esta servidora le encanta probar la gastronomía de los lugares que visita. Comprar nuevas especias para cocinar en casa. Descubrir alimentos que nunca antes has probado..

Aquí, los olores te envuelven por completo. Pudimos ver cómo hacían el pan en los antiguos hornos de leña, donde el pan se pega en las paredes del horno. Y probar ese delicioso pan. El queso.. ¡hay tantas variedades!

El olor a comino, acilantro, cardamomo y cúrcuma llenando el aire. Frutas secas expuestas en diferentes montones de albaricoques, higos, uvas pasas y nueces dispuestas en cestas de mimbre.

Aunque casi es la hora de comer, nuestros estómagos aguantan ya que hemos probado todas las delicias uzbecas posibles.

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VUELTA A SAMARCANDA

Volvemos a Samarcanda con nuestro chófer.

El camino esta vez se hace más corto. Además parece que el tiempo nos dará un respiro en cuanto a lluvia se refiere y tendremos una tarde fría, pero sin nubes ni agua.

Nada más llegar a Samarcanda aprovechamos para comer y reponer fuerzas.

Tengo anotado el precio de la comida pero no el restaurante, si en algún momento lo encuentro dejaré una nota justo aquí debajo. El precio para dos personas fueron 30.000 SUM.

Y ahora sí, con el estómago feliz, tomamos untaxi por 20.000 SUM (aproximadamente 1,5€) rumbo a nuestra siguiente visita: la necrópolis de Shah-i-Zinda.

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LA VISITA A SHAH – I – ZINDA

Ha sido cruzar el umbral de Shah-i-Zinda y sentir que hemos viajado hacia atrás en el tiempo.

Shah – i – Zinda es un complejo de mausoleos del siglo XIV encaramado sobre una colina que resplandece con un azul celeste y turquesa iluminando la silueta de Samarcanda.

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Ascendemos los primeros peldaños de piedra que nos llevan hacia su interior y se hace el silencio. Apenas hay turistas (en general en todo Uzbekistán estamos encontrando pocos europeos), lo que hace que vivamos con más intensidad este momento.

El clima ha mejorado tanto durante el día que casi no hace falta chaquetas. Además el color del cielo antes del atardecer resalta aún más los mosaicos esmaltados y las cúpulas azules.

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El primer edificio que encontramos es el Mausoleo de Qusam Ibn Abbas, el corazón espiritual de Shah-i-Zinda.

Hay una leyenda que cuenta que Qusam Ibn Abbas era primo del Profeta Mahoma y trajo el islam a la ciudad de Samarcanda. Es por eso que actualmente su tumba es venerada como la morada de un santo, y es el lugar donde pedir bendiciones.

La fachada está adornada con mosaicos de motivos florales y geométricos, en tonos de azul y dorado. En el interior, todo es silencio, roto solo por los murmullos de oraciones si encontráis a algún fiel en ese momento.

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Si continuamos la visita llegamos a los Mausoleos de los Señores Timuridas, donde reposan los familiares de Tamerlán, el gran conquistador de Asia Central.

Las tumbas más bonitas son las de Shadi Mulk Aqa y Shirin Bika Aqa, dos de las mujeres más importantes de la dinastía timúrida. Destacan por sus cúpulas coronadas por azulejos celestes y esmeralda, y por las inscripciones en persa con oraciones y bendiciones.

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¿SABÍAS QUE..

.. los pórticos y portales de cada mausoleo están flanqueados por columnas decoradas con arabescos y estrellas de ocho puntas ya que son símbolos de eternidad y perfección divina y las puertas son de madera maciza, grabadas con inscripciones del Corán?

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Después encontraríamos el Mausoleo de Tuman Aka, la esposa de Tamerlán.

Lo más característico de este edificio es su cúpula de un azul profundo, contrastando con las cúpulas turquesas. En su interior, las paredes son de mármol y alabastro dando sensación de solemnidad y grandeza.

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Pero Shah-i-Zinda cuenta con otros edificios, por ejemplo la Madraza de Ulugh Beg, un centro de aprendizaje e iluminación espiritual donde se puede ver el nivel intelectual de la época con inscripciones astronómicas en sus muros. Aquí era uno de los lugares donde discutía con sus alumnos sobre las estrellas y los misterios del universo.

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MEZQUITA BIBI KHANUM

Aproximadamente a media hora caminando se encuentra nuestro siguiente alto en el camino, la mezquita Bibi Khanum.

Es difícil no sentir una sensación de sorpresa al acercarte a sus puertas gigantescas y ser consciente de su verdadero tamaño. La mezquita fue y es una de las más grandes de Asia Central. Como no, fue construida por orden de Tamerlán a finales del siglo XIV, en honor a su esposa favorita, Bibi-Khanum (de ahí su nombre).

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El precio de las entradas al recinto fue 44.000 SUM las dos (algo más de unos 3€)

La construcción comenzó el 4 de mayo de 1399; y en ella trabajaron los más talentosos maestros y artesanos de la época. Doscientos cortadores de piedra de Azerbaiyán, Fars, Hindustan, Khorasan; en las montañas, otras  500 personas trabajaron sin descanso en el procesamiento de la piedra que enviaban a Samarcanda. Para acelerar su construcción, trajeron 99 elefantes desdeIndia. En apenas 5 años Bibi Khanum estaba lista.

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Nada más entrar, nos reciben sus arcos altísimos y las cúpulas, recubiertas de azulejos azules. Cada rincón está decorado con delicados mosaicos en tonos turquesa, azul cobalto y dorado; de nuevo con patrones geométricos y florales.

La primera parada dentro del recinto es  portal de entrada, el pishtaq, con columnas de mármol blancas y puertas de madera tallada antiquísimas.
Cada zona parece contener siglos de historias. Cada arco, cada mosaico y cada tallado son asombrosos, transmitiendo ese mensaje de grandeza eterna que Tamerlán pretendía.

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Desde aquí se accede al iwan, un patio abierto flanqueado por más arcos y pórticos. En el centro, hay un atril gigantesco. Se dice que fue diseñado para sostener un enorme Corán.

Al fondo del patio, la cúpula principal se alza sobre el edificio. A pesar del deterioro que ha sufrido a lo largo de los siglos, aún conserva la majestuosidad que debió tener en los días de su construcción.

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Hace frío pero aún nos queda una última parada en nuestra ruta de hoy, así que aprovechamos para tomar un chocolate caliente en la cafetería de Bibi Khanum antes de emprender nuestra caminata al mercado Siyob.

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MERCADO SIYOB

La última parada el día es el famoso mercado Siyob, a poca distancia de

El contraste no podría ser más evidente: de la silencio y el misticismo de los mausoleos a la vitalidad y el caos de uno de los mercados más antiguos y vibrantes de Samarcanda.

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Tal y como nos pasó esta mañana en el mercado de Urgut, nada más acceder los aromas nos envuelven incluso antes siquiera de ver los primeros puestos.

El olor de las especias, especialmente a comino, azafrán y canela; se mezcla con el dulce aroma a frutas secas, como higos y albaricoques. Los comerciantes gritan sus ofertas y promocionan su mercancia mientras nos dejamos atrapar por los colores del mercado.

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Montañas de frutos secos dorados, uvas pasas que brillan como pequeñas joyas, nueces, pistachos y almendras organizadas con precisión milimétrica en pirámides con un aspecto delicioso.

En otro rincón, las especias están apiladas en sacos multicolores. El azafrán se vende en pequeñas cantidades, mientras que la cúrcuma y el pimentón en bolsas de un tamaño considerable. Pilas de arroz especiado, de harinas y quesos. En una esquina, las mujeres venden sumalak, una pasta dulce tradicional hecha de trigo germinado (tengo que reconocer que no nos gustó demasiado).

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Y ahora sí, el día llega a su fin.

Nos marchamos al hotel donde cenamos. Mañana es nuestro último día en Samarcanda y queremos exprimirlo al máximo. Espero que nuestra visita en el mercado de Urgut, Shah-i-Zinda, Bibi Khanum y el mercado Siyob os haya gustado y nos acompañéis en el resto de nuestro viaje.

¡Nos vemos en mi próxima entrada!

 

¡MUCHAS GRACIAS POR LEERME!
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