No podíamos marcharnos de la ciudad de la luz sin descubrir la joya de la corona (al menos para los que amamos el arte). El Museo del Louvre es uno de los más importantes del mundo y uno de los más visitados, con cifras que alcanzan los 10 millones de personas al año (casi doblando los 6 millones del Metropolitan de Nueva York o el British Museum de Londres). 60.500 metros cuadrados repletos de arte de cada etapa histórica y 35.000 obras expuestas entre las que encontramos algunas de las mejores pinturas y esculturas de los grandes artistas del Renacimiento o del Neoclasicismo. ¿Nos acompañáis a recorrerlo?
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Nuestro último día en París tenía nombre propio. Creo que no soy la única que llevaba años soñando con recorrer sus pasillos, con contemplar su increíble pirámide de cristal y con quedarme embobada ante obras egipcias, mesopotámicas o de los grandes entre los grandes. Además, desde que Dan Brown escribiera su novela «El Código da Vinci» y años después fuera llevada al cine, son muchos más los que se sienten atraídos por los misterios de este mágico lugar.
Pero visitar el Louvre no es tarea sencilla. Este antiguo castillo y después palacio, alberga en su interior tantas obras en tantas salas, que sería imposible admirarlas en un sólo día (incluso creo que con una semana tampoco bastaría), por lo que es muy recomendable ir con una idea de qué queremos ver y dónde se encuentran estas obras para perder el menor tiempo posible. Obviamente cada uno tiene unos gustos propios, algunos se decantarán más por el arte egipcio, otros por la zona dedicada a la Grecia y Roma antiguas, o quizás os guste más la parte Renacentista o la Neoclásica. Como dicen «para gustos, los colores», es mejor que, por muchos blogs de viajes que leáis, echéis un vistazo a la web del museo (pinchando aquí accederéis a ella) y decidáis qué tiempo dedicaréis a cada parte (o qué salas no os interesa visitar).
Esta es la ruta que yo hice, por desgracia no teníamos tiempo para dedicar un día al museo, así que fue una visita exprés y me dejé demasiadas obras en el tintero, pero ya tengo en mente una futura visita a París y así poder disfrutar de este grandioso museo.
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Y ahora a lo importante, vamos a empezar la visita. El museo del Louvre tiene 5 entradas, es algo que no todo el mundo conoce y, al final todos acabamos haciendo cola para acceder desde la pirámide. Los accesos al Louvre son los siguientes:
1. Desde el Metro Palais – Royal – Musée du Louvre. Hay que seguir las señales que indican la dirección del museo que os llevarán al centro comercial del museo, llamado Carrusel del Louvre. Desde aquí podréis acceder al museo casi sin colas.
2. Hay otro acceso al centro comercial si no llegáis en metro, a través del 99 Rue de Rivoli.
3. Las dos siguientes entradas se encuentran junto al Arco del Triunfo del Carrusel del Louvre.
4. La última entrada es la más escondida, se encuentra junto al Sena. Es conocida como Porte del Lions o Puerta de los Leones.
Es cierto que la mayoría estamos ansiosos por curzar las puertas y ver la pirámide de cristal, pero estas entradas son perfectas para los días de lluvia o frío intenso (o los días que las colas en la pirámide son interminables)
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El museo abre todos los días excepto los martes (que permanece cerrado todo el día) y algunos días festivos como el 1 de enero, el 1 de mayo, el 11 de noviembre y el 25 de diciembre. Se puede visitar desde las 9 de la mañana hasta las 18:00, excepto los miércoles y viernes que permanece abierto hasta 21:45, permitiendo así visitas nocturnas. Las entradas cuestan 12€, pero es gratuita para los menores de 18 años, los jóvenes europeos de 18 a 25 años, los poseedores del Paris Pass, personas con alguna discapacidad y un acompañante o profesores de historia del arte y artes plásticas (siempre que presenten la identificación adecuada), en el caso de la entrada con acceso a las exposiciones temprales son 15€.
El primer domingo de cada mes de octubre a marzo y el 14 de julio el museo es gratuito para todo el mundo, eso sí ¡ese día el museo suele estar lleno! así que ¡id preparados para las largas colas de entrada y para poder apreciar bien algunas de las obras más famosas!
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Una manera de evitar colas es comprar las entradas por internet, podéis hacerlo a través de Fnac o Ticketnet. Una vez compradas deberéis acercaros a alguna de sus oficinas para recoger las entradas. Igualmente, con el Paris Museum Pass os ahorraréis esperar para entrar. Los europeos menores de 26 años sólo tenéis que dirigiros a la entrada y mostrar vuestro pasaporte o vuestro DNI y os darán vuestro ticket de acceso.
El Louvre siempre ha sido un reflejo del poder económico y cultural de París, y es un ejemplo de la actividad coleccionista y de mecenazgo realizada por los dirigentes franceses durante varios siglos. Las campañas arqueológicas realizadas, las adquisiciones de la Dinastía de los Borbones y de Napoleón hacen que el museo cuente con colecciones de diferentes civilizaciones y culturas. Aunque son muchas las piezas expuestas (35.000 como os comentaba al inicio), el museo guarda unas 445.000 obras en su interior.
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Aunque el edificio es del siglo XII, con un embellecido renacentista, en la década de 19780 sufrió una ambiciosa modernización en la que se incluyó la pirámide de cristal, sujeta a numerosas polémicas debido al contraste de estilos que crea la modernidad del vidrio y el metal y el clasicismo del museo.
Actualmente son pocos los turistas que se marchan de París sin una foto con la pirámide; así que, por muy rechazada que fuera en sus inicios, actualmente es uno de los símbolos del museo y un reclamo sin lugar a dudas. La pirámide tiene una altura de 20 metros, y se emplearon unos 673 paneles de vidrio transparente divididos en rombos y triángulos. Pesa aproximadamente 180 toneladas y, al igual que las pirámides egipcias, la inclinación de sus paredes es de 51 grados.
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Una vez dentro, encontraréis una zona de consignas gratuitas y podréis alquilar una Nintendo 3DS (creo recordar que nosotros pagamos 6€ por cada una), que os hará de audioguía por las salas y os explicará detalladamente cada obra. Igual que en otros museos hemos cogido la audioguía y no ha sido imprescindible, aquí realmente os recomiendo alquilarla. Te van explicando muy bien en qué punto del museo te encuentras y detalles de las piezas expuestas que, a no ser que estudiéis arte, jamás sabríais. Los 6€ bien merecen la pena.
¿Cómo se organiza el museo y qué podemos encontrar en cada planta? Antes de iniciar nuestro recorrido es mejor echar un vistazo al mapa (pinchando aquí tenéis uno como el que nos entregan a la entrada del museo, por si queréis planear bien la visita).
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PLANTA BAJA.
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Nada más entrar al Louvre por la entrada principal (a través de la pirámide) accedemos a la planta baja. Esta zona está dedicada a las antigüedades griegas, romanas, etruscas, de Oriente Próximo y del Antiguo Egipto. Tras caminar por los muros del Louvre llegaremos a la zona del Antiguo Egipto.
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Aquí encontraremos piezas como la Gran Esfinge de Tanis, tallada en el año 2600 a.C, durante el Imperio Antiguo, descubierta en 1825 en el Templo de Amón en Tanis.
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La Venus de Milo, la famosa escultura griega del periodo helenístico realizada en mármol blanco que representa a Afrodita, la diosa del amor. Además es una de las piezas más importantes del museo.
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Eros y Psique de Antonio Canova, una escultura de mármol blanco, considerada como una de las obras maestras del Neoclasicismo. La escena representa el amor entre
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El esclavo moribundo, una de las obras de Miguel Ángel. Esta escultura estaba destinada a decorar la tumba del Papa Julio II, aunque finalmente no pudo ser así. Para los que no conozcan la obra de Miguel Ángel, puede que no sepan de su valor artístico, pero (sin estar acabadas) muestran una perfección de la técnica grandiosa.
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Además de varias esculturas de romanas y griegas tanto en mármol como en bronce, esta planta exhibe el sarcófago Cerveteri, de época etrusca, que muestra la escultura de un matrimonio disfrutando de un banquete y el Código de Hammurabi, una columna de basalto erigida por el Rey Hammurabi de Babilonia y que contiene el catálogo de leyes más antiguos conocidos hasta la fecha.
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PRIMERA PLANTA.
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La primera planta del museo sigue albergando algunas esculturas del Antiguo Egipto, Grecia y Roma, pero aquí gana por goleada la pintura (española, italiana, francesa y la inglesa).
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Entre las obras imprescindibles de esta planta encontramos El escriba sentado, una escultura del Antiguo Egipto que representa un alto funcionario escribiendo sobre un papiro. Tengo que reconocer que, aunque no es de las más buscadas por el público, para mi fue una de las piezas que más ilusión me hizo poder ver en directo ya que la había estudiado profundamente.
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La Victoria de Samotracia es otra de las piezas que encontramos en esta planta y otras de las más buscadas y reconocidas por el público. De autor desconocido, esta escultura del periodo helenístico realizada en mármol, es una de las grandes obras de la historia. Muestra a Niké, la diosa de la Victoria con tal maestría de la técnica de paños mojados, que realmente parece un cuerpo femenino real.
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En la zona dedicada a la pintura encontraremos La coronación de Napoleón de Jacques – Louis David, de comienzos del siglo XIX o La balsa de la Medusa, de Théodore Géricault (del mismo periodo), ambos son dos enormes óleos de la época romanticista.
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La libertad guiando al pueblo, de Eugène Delacroix, es otra de las grandes protagonistas. Un enorme óleo que representa una escena del levantamiento del 28 de julio de 1830, cuando el pueblo francés se enfrentó a Carlos X reclamando la libertad de prensa. Muchos reconocerán esta imagen porque el grupo Coldplay la eligió como foto de portada para su disco «Viva la vida». En esta planta se encuentra también Las bodas de Caná de Paolo Veronese, que representa el pasaje de la Biblia que narra el milagro del vino.
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Por último, la señora de esta planta, la estrella principal del Louvre; la Gioconda de Leonardo da Vinci, también conocida como Mona Lisa, una de las pinturas más conocidas del Renacimiento y, por supuesto, una de las obras más famosas de todo el mundo. Son infinidad de libros y películas los que han elevado el misterio de su sonrisa, es por ello que conseguir una fotografía de ella sin nadie alrededor es casi un milagro. Pero, se ve que la suerte está de nuestra parte ya que ¡conseguimos varias!
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En esta primera planta pudimos disfrutar también de obras icónicas como La Virgen de las rocas de Leonardo da Vinci, o San Juan Bautista (también de da Vinci), además de Retrato de anciano con niño de Domenico Ghirlandaio, El Juicio de los Horacios de Jacques Louis David, o La muerte de la Virgen de Caravaggio.
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La segunda planta está dedicada a la pintura de artistas flamencos, franceses y holandeses. A nosotros no nos dio tiempo a visitarla, pero os dejo el nombre de alguna de las piezas más importantes de esta instancia, como el Rapto de las Sabinas, La encajera de Johannes Vermeer o La Virgen del canciller Rolin de Jan van Eyck.
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Después de nuestra visita al Louvre, volvimos a retomar nuestro viaje en coche cruzando Francia y España para volver a casa. París nos encantó y nos dejó con ganas de más. Es una ciudad con tantos lugares tan bonitos que dan ganas de volver una y otra vez (de hecho ya estoy empezando a organizar mi vuelta por tierras parisinas).
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Y para los que planeéis visitar este maravilloso museo, ya sabéis; tomadlo con calma y elegid qué obras os apetece ver si no queréis volveros locos. ¡Os dejo con algunas fotografías más!
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