A unos veinte kilómetros al sur de El Cairo, en la orilla oeste, nos topamos con la localidad de Giza.

El lugar elegido por los faraones Keops, Kefrén y Micerinos para descansar eternamente y la gran necrópolis de Menfis, que se extendía a lo largo de casi 50 kilómetros. Pero también el lugar de «peregrinaje» para los artistas del siglo XIX.

Cientos de escritores y pintores de la época del Romanticismo viajaban a Egipto atraídos por lo exótico de su cultura milenaria.

En aquella época, las excavaciones mostraban al mundo los impresionantes tesoros ocultos en las tumbas y lanzaban el gran enigma de su construcción.

Mucho ha cambiado desde entonces, excepto el secreto oculto durante milenios.

Y aquí estamos nosotros para empaparnos de él.

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MIS DIARIOS DE VIAJE EGIPCIOS

Son las 7 de la mañana y estamos listos para tomar el desayuno en la terraza del hotel. Ante nosotros, a lo lejos, se encuentran las pirámides de Giza. Es un «a lo lejos» relativo, ya que parece que estirando el brazo podremos tocarlas.

No es nuestro primer contacto con ellas. Aunque anoche llegamos tarde y cansados de un largo día de viaje, fue inevitable saludarlas a la luz de las estrellas. Nada que envidiar a verlas al salir el sol. El día está perfecto para nuestra visita, y casi no prestamos atención a nuestro guía porque lo único en lo que podemos pensar es en poner ya rumbo al recinto.

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Sorprenden; sin duda su magnitud es extraordinaria.
Imaginarlas es una cosa, pero tenerlas delante no tiene comparación. Pero quizás sorprende aún más comprobar que, lejos de lo que todos pensamos, no se encuentran en el corazón de un desierto (como las fotografías nos suele hacer creer) sino acechadas por los límites de una ciudad que crece a pasos agigantados.

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Llegamos en pocos minutos a la entrada del recinto. Con ganas, ilusión y muy emocionados.  Estamos a unos pasos de cumplir un gran sueño.
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La primera parada del día tiene nombre propio y ese es Keops.
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No importa cuánto hayas leído sobre ella, cuántos documentales hayas visto o las veces que la has imaginado. La gran pirámide es algo único. Es inevitable pensar en cómo algo tan simple puede ser tan complejo.

Enormes bloques de piedra con una milimétrica precisión se alzan sobre nosotros, creando esta sencilla (en apariencia) estructura pero que esconden una enigmática construcción.
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Entrar a la pirámide es posible, aunque en su interior no hay ni jeroglíficos ni ninguna sala; pero creedme que emociona entrar y saber que estamos en el corazón de unos de los edificios más antiguos del mundo.

En esta pirámide no ha sido encontrado ningún tesoro ni nada que indique que hubo uno.

Esto puede significar dos cosas: una es que los saqueadores lograron sacar todas las pertenencias antes de su descubrimiento; y la segunda opción (mi favorita): que aún se encuentran astutamente escondidas en alguna de las cámaras y pasadizos secretos de esta monumental construcción.

Para mi no tiene sentido toda esa gente que os intentará persuadir de que no merece la pena entrar. Sí, no tiene decoración como una tumba del Valle de los Reyes, pero la sensación de llegar al corazón de la pirámide es indescriptible.

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Para nosotros la experiencia de entrar fue un regalo. Fuimos los terceros en acceder a la Gran Pirámide, así que vivimos ese momento sin turistas, sin aglomeraciones y con el silencio que se merece entrar en un lugar tan mágico como la pirámide de Keops.
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La segunda parada en nuestro día visitando las pirámides de Giza y el museo de El Cairo es la pirámide de Kefrén.

La pirámide de Kefrén fue construida, como no, bajo el mandato del faraón Kefrén, quién además de esta pirámide, también ordenó construir La Esfinge, el Templo del Valle, la calzada procesional que va desde la pirámide hasta el templo funerario y un barco solar.

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Actualmente es la pirámide más alta ya que está construida sobre una meseta y debido al deterioro de la pirámide de Keops.
Mide 143,5 metros de altura y lo más impresionante es que su punta aún mantiene el revestimiento que originalmente cubría toda la pirámide.

Su interior es más simple que la pirámide de Keops, aunque aún alberga el sarcófago de granito rojo.

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La última pirámide, la más pequeña de las tres, pertenece al faraón Micerinos.

Por desgracia, este pirámide tuvimos que conformarnos con verla a lo lejos desde fuera. Actualmente se encuentra en restauración y no está permitido acceder a su interior.

La altura originaria de la pirámide era de 66.5 metros, aunque debido al paso del tiempo, hoy en día es de 62 metros.
Esta pirámide es la que marca el final de la era de las grandes pirámides. Antiguamente, un tercio de su altura estaba recubierta por 16 hiladas de granito rosa extraído de la cantera de Asuán, el resto era piedra caliza blanca de Tura.
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De aquí pasamos a visitar dos puntos más que se encuentran en la zona arqueológica de Giza:
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El templo del valle actuaba como entrada al complejo funerario de la pirámide de Kefrén y estaba unido al templo funerario (situado a 500 metros de la pirámide) por una calzada.

El edificio es de planta cuadrada y sus muros (que no muestran ningún tipo de decoración) están recubiertos de losas de granito rojo y el pavimento es de caliza blanca.

Se dice que los antiguos egipcios dispusieron un ambicioso programa iconográfico compuesto por un conjunto de 23 estatuas que representaban a Kefrén.
Todas ellas tenían un significado religioso y debían servir como receptáculo del Ka o fuerza vital del faraón difunto.

Sólo se ha encontrado una de estas estatuas, que se encuentra en el Museo de El Cairo, que visitaremos esta tarde.

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Y a pocos metros del templo llegamos a la última parada del recinto de Giza.

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En la misma meseta de Giza encontramos a la misteriosa esfinge. Con su rostro humano y cuerpo de león vigila impasible el paso del tiempo.

La gran esfinge es una de las estatuas más fácilmente reconocibles relacionada con el antiguo Egipto.
La escultura, de 20 metros de largo y 70 de longitud fue tallada en piedra caliza durante el reinado del rey Kefrén como guardián de su tumba.

Con la combinación del león con el rostro humano reúne en la misma figura la inteligencia y la fuerza. Estaba pintada con colores vivos: el cuerpo en rojo y la cara y su tocado con rayas amarillas y azules; pero la erosión ha hecho que los colores ya no sean perceptibles

Durante muchos años se culpó a Napoleón de la desaparición de su nariz; pero dibujos encontrados de un explorador que visitó Giza antes que Napoleón lo desmienten.

Antes de poner rumbo al restaurante para comer, nuestro guía nos lleva a una tienda de papiros para que veamos cómo se elaboran y todo el proceso que hay detrás.

Como una imagen vale más que mil palabras, os dejo un video (clicando aquí os llevará a él) donde podréis ver la misma demostración que nos hicieron a nosotros.

Y ya sí llegamos al restaurante.

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La comida de este primer día fue en el restaurante Alezba Village Tent; un lugar bastante rústico y costumbrista; donde comimos muy bien.

Pudimos ver cómo hacían pan en el horno justo antes de que nos lo sirvieran para comer (además estaba buenísimo).

El menú consistió en varios entrantes que incluían salsas como el tahini, hummus o Babá Ganoush; varios platos de falafel, sambūsak (unas empanadillas rellenas), queso egipcio (muy parecido al queso feta pero con un sabor más intenso) y mekhalel (son alimentos  como nabos, olivas, pimiento, pepino, coliflor o col fermentados y con un sabor ácido).

Como plato principal nos sirvieron una parrillada de carne, que disfrutaron el resto ya que yo soy vegetariana (pero estaba súper saciada de los entrantes). Además lo acompañaron de un postre típico con sabor a coco que estaba buenísimo.

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Con el estómago bien contento, nos acercamos a la que será la última visita del día (pero no por ello menos importante), el museo de El Cairo.

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El museo egipcio de El Cairo es el más importante de todo el país hasta que se produzca la apertura del nuevo museo. Íbamos con la esperanza de que así fuese, pero la nueva fecha de apertura es abril de 2023; así que toca esperar un poquito más.

Aunque muchos de los grandes tesoros de esta civilización se encuentran en los museos de el Louvre de París, el British museum en Londres o el  museo de Berlín; ninguno puede igualar lo que ofrece este museo. Su colección cuenta con más de 120.000 objetos.

Al margen de las estatuas, tumbas funerarias, objetos y su gran colección (expuestos sin un orden capaz de adivinar y al alcance de poder tocarlo sin dificultad), una de las cosas que más impresiona en este museo es la sala en la que se exhiben las joyas y la máscara de oro de Tutankamon.
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.Los imprescindibles que ver en este museo son:

• La triada de Micerino, la diosa Hathor y el nomo de Cinópolis.
• La estatua sedente de Kefrén.
• La esfinge de Hetepheres II.
• El busto de Akhenaton.
• Máscara funeraria de Sheshonq II.
• Amenhotep III y Tiye.
• La paleta de Narmer.
• Sarcófago de la tumba KV55, atribuida a Akhenaton.
• Piramidion de Amenemhat III.
• Estatua de Rahotep y su esposa.
• Máscara funeraria y sarcófago de Tutankhamon.
• Estatua en miniatura de Keops.

Frente a este novelesco museo, se encuentra la célebre plaza Tahrir, protagonista de las multitudinarias protestas de la primavera árabe.

Su nombre significa Plaza de la Liberación y es que aquí miles de jóvenes se manifestaron para exigir un programa de reformas sociales y la dimisión del entonces presidente, Hosni Mubarak.

Tras 18 días de protestas en las que Tahrir fue escenario de no pocas batallas urbanas entre manifestantes y policías, el presidente Mubarak anunció que abandonaba el poder.

Es la actual columna vertebral de la zona más europea de El Cairo y desde aquí ponemos rumbo a nuestro hotel para terminar el día.

Comienza una odisea sorteando un tráfico abundante y denso. Aquí prima la ley del más fuerte o del sálvese quien pueda. Los semáforos y las líneas en el asfalto son simples adornos para la mayoría de conductores que ni siquiera tienen el carnet de conducir.

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Cuesta poco acostumbrarse a esta nueva forma de conducción, eso sí, desde el asiento trasero y con el cinturón de seguridad bien abrochado; pero es toda una experiencia difícil de olvidar.

Desde la ventanilla de nuestra mini furgoneta descubrimos lo pronto que anochece en Egipto en esta época del año. Apenas son las 18:00 y el sol ya se ha marchado por completo. Pero como ya descubriréis en mis anotaciones, en este país hay que marcharse a dormir pronto para tener fuerzas.

Nuestro primer día llega a su fin.

Mañana nos espera otra experiencia sin igual: la necrópolis de Saqqara. Espero que nos acompañéis también.

Nos vemos en la próxima entrada.

¡MUCHAS GRACIAS POR LEERME!

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