Nuestro tercer día en la selva viene marcado por la lluvia, pero eso no nos impide realizar las tres excursiones que tenemos programadas: conocer a una familia indígena, la pesca rural y el plato fuerte: una excursión nocturna en busca de animales, no apta para los que tienen miedo a las arañas.
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Amanece un nuevo día en la selva peruana y hoy tenemos por delante tres nuevas actividades que nos apetecen muchísimo así que nos vestimos y preparamos las cosas y vamos a desayunar al comedor junto al resto de compañeros y, cuando todos estamos listos, nos embarcamos cruzando el río para conocer a una familia indígena.
Según nos cuentan, esta familia (de la que sólo conoceremos a 4 de sus componentes) salió de su comunidad para salir del mundo moderno. Aunque sus niños van al colegio, dicen seguir viviendo cultivando y cazando su propia comida y no utilizando aparatos electrónicos o ropa moderna.
Y es aquí donde vemos el engaño, nada más llegar, Benito, un chico chileno con el que entablamos amistad, ve que el niño de la familia iba vestido con un polo azul y, al ver que nos acercábamos con la barca, se cambió y se vistió con una especie de túnica de lino.
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Cuando llegamos nos dan la bienvenida en su lengua indígena, nos pintan la cara y cada uno de los miembros de la familia nos enseñan algunas de sus habilidades como tocar un violín echo por ellos, tiro con arco, incluso nos cantan una canción.
¿Merece la pena esta excursión? Si y no. Si realmente buscáis vivir una experiencia con auténticos indígenas, os pasará como en el Lago Titicaca, que os quedarías con la sensación de que no es real al 100% (puede que ni al 50%), pero si vais como nosotros, simplemente para vivir la experiencia, disfrutaréis de un buen rato.
He leído algunos blogs donde dicen salir decepcionados de esta actividad, pero sinceramente creo que dependerá mucho de cómo os la toméis. Nosotros tanto en las islas de los Uros, como aquí, sabíamos que íbamos a ver un espectáculo de cómo vivían los indígenas hace años, de compartir sus antiguas costumbres (las sigan haciendo ahora o no) y lo pasamos muy bien.
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Además bailamos con ellos y jugamos a lanzar una especie de peonza y a competir entre todos, además de poder tirar con arco (el niño pequeño es un crack lanzando, daba siempre en la diana) Luego nos ofrecieron algunas artesanías para comprarlas, ya que esta es su fuente de ingresos.
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Una cosa curiosa que nos contaron y que no sé si es 100% real, pero que me sorprendió es que al parecer ellos no se casaban por amor, sino que el hombre iba a la ciudad en barca y, si veía a una mujer que le gustaba, la raptaba y se la llevaba a la selva con él, convirtiéndola así en su compañera, sin importar lo que ella quisiera. Me pareció muy machista y me dio mucha pena por la mujer que conocimos.
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Con la excursión terminada, nos vamos de vuelta al Lodge donde descansamos un ratito en las hamacas y comemos, esta tarde tenemos pesca rústica y estaremos todo el rato en la barca, así que no necesitaremos llevar las botas de agua (aunque sí os recomiendo ir con las botas de montaña en todo momento en que no se usen las de agua).
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Cuando todos estamos listos nos embarcamos y ponemos rumbo a la zona donde pescaremos (pasando la isla de los monos), una quebrada donde haremos pesca rústica de peces como bagres, doncellas, sardinas o peces piraña. Para la actividad usamos cañas hechas con ramas de madera, hilo y anzuelos, a los que le poníamos un trocito de pollo. Como veis en la foto, yo conseguí pescar, de hecho fui la primera en hacerlo, pero a la media hora empezó de nuevo a diluviar y ya fue imposible seguir pescando, así que tuvimos que volvernos al lodge.
Descansamos un ratito en la habitación, nos duchamos porque llegamos empapadísimos y preparamos las maletas porque mañana nos marchamos, y nos acercamos al comedor a cenar, y ¡por fin llega una excursión que nos hace especial ilusión! Haremos una ruta nocturna por la selva buscando animalitos.
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Empezamos la excursión con algo de lluvia, aunque no tanta como durante la tarde; salimos y empezamos a caminar por el sendero que hicimos el día que llegamos. Yari iba con una linterna en la cabeza y otra en la mano y el resto le seguíamos totalmente en silencio. El suelo estaba encharcado por la lluvia y nuestro guía nos dice que gracias a esto veremos animales que sino no saldrían.
Yari iba buscando insectos en las ramas y las hojas de los árboles, pudimos ver muchas arañas y alguna que otra rana, de hecho nos dijo que la que veis en la foto es difícil de ver. Íbamos buscando serpientes aunque finalmente no pudimos ver ninguna (y creo que me alegro porque les tengo pánico). La ruta dura aproximadamente una hora, en la que, cuando llegamos a un punto en el que nos encontrábamos bien inmersos, Yari apagó las luces y pudimos escuchar los sonidos de la selva. Sorprendentemente, se oye muchísimos ruidos, desde los pájaros a los grillos y algún que otro mono. En ese momento pensamos que si tuviéramos que pasar la noche así a oscuras, no seríamos capaces.
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Volvemos a las habitaciones sabiendo que dormiremos poco, a las 4 de la mañana tendremos la última excursión en la selva y después pondremos rumbo a Lima. Esta experiencia se acaba, pero nos llevamos cientos de recuerdos y vivencias únicas. Tengo que reconocer que el primer día cuando llegamos, en nuestra primera excursión sólo podía pensar: «¿Dónde me he metido? ¿Qué hago yo rodeada de mosquitos y arañas y tanto barro?». Pero estos días han servido para desconectar mucho y conocer un mundo que hasta ahora era desconocido. ¡Buenas noches!