Ruta por Perú: Día 15 y 16 – La Collpa de guacamayos y viaje de regreso a Lima y a España

Nuestra aventura en Perú llega a su fin, atrás quedan cada uno de los pueblos y ciudades que hemos recorrido, pero vuelven con nosotros los recuerdos que hemos creado allí, las experiencias y las anécdotas que hemos vivido y la certeza de que ha sido un viaje que ha merecido la pena. En estas últimas horas aprovechamos para hacer nuestra última excursión en la selva y volver a Lima para la mejor despedida posible de un viaje inolvidable. 

 

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Nuestro último día en la selva comienza muy muy temprano, en torno a las 4 de la mañana habíamos quedado en el embarcadero para hacer la última excursión que teníamos contratada. La noche anterior nos dijeron que sólo iríamos si no llovía, ya que de ser así los guacamayos no salen a comer. A pesar de que durante la noche llovió, el tiempo nos dio una tregua y pudimos disfrutar de esta experiencia.

Es necesario salir tan temprano ya que el camino en barca dura algo más de una hora y media hasta llegar a la collpa, al salir de noche es necesario ir abrigados, aunque hoy no tendremos que llevar nuestras botas de agua ya que no nos bajaremos de la barca. La collpa es un barranco en el río donde se encuentra una formación arcillosa. Cada mañana al amanecer, los guacamayos y loros vienen para realizar el colpeo.

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Alrededor de las seis de la mañana se acercan montones de aves que se reúnen en esta collpa para comer un poco de arcilla. No se sabe a ciencia cierta el por qué de este comportamiento, pero se cree que esta arcilla contiene minerales y sales vitales necesarias en su dieta para así desintoxicarse. Sea como sea, es un auténtico espectáculo de la naturaleza y un privilegio poder presenciarlo.

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A la vuelta al lodge, desayunamos y nos hacemos las últimas fotografías con el grupo y cogemos nuestras maletas. En pocos minutos tomaremos una nueva barca con destino a Puerto Maldonado y así dirigirnos al aeropuerto. Nos despedimos de todos con mucha tristeza, especialmente de «nuestro chinito» Eddie, al que le hemos cogido mucho cariño y ponemos rumbo de vuelta.

Cuando llegamos al puerto, un taxi nos está esperando para llevarnos al aeropuerto. Esta vez el viaje está incluido en el precio que pagamos al contratar la estancia en el lodge, hacemos una pequeña parada en la agencia para que nos den los billetes de avión ya que ellos se han encargado de hacernos el chek-in e imprimirlos y nos acercan al aeropuerto.

Nos esperan dos vuelos hasta llegar a nuestro destino, uno hasta Cuzco donde haremos escala y el siguiente a Lima. Los billetes los compramos desde España por 103$

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El primer vuelo salía a las 11:25, así que, tras facturar las maletas, entramos al aeropuerto a esperar. Sí, en Perú nadie es puntual, ni siquiera los aviones que también son partícipes de esa «puntualidad peruana» que te hace esperar mínimo media hora.

Cuando por fin podemos acceder al avión, nos damos cuenta de que vamos casi solos en el vuelo y, cuando por fin despega, disfrutamos de las últimas vistas de la selva a través de la venta. El paisaje es espectacular, el verde se adueña del paisaje, dejándonos fotografías espectaculares.

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El vuelo dura unos 45 minutos aproximadamente y, cuando llegamos a Cuzco, nos dicen que no es necesario bajar, que continuaremos hasta Lima en el mismo avión. Durante este último vuelo que dura una hora y media, nos sirven un pequeño snack que incluye frutos secos y una bebida gratuita (ya podrían aprender muchas aerolíneas españolas, que en vuelos de 3 horas no te dan ni un mísero vasito de agua si no es pagando)

Llegamos a Lima a medio día. Cogemos de nuevo un taxi que nos lleve al mismo hotel en el que nos alojamos el primer día de nuestra ruta, el Pucllana Lodge por 35 soles.

Estamos muy cansados después de dos semanas viajando sin descanso y, sobre todo, muertos de hambre así que tras buena ducha buscamos dónde comer. A Nacho le apetecía comida más universal, así que nos acercamos a un Subway en el que comemos por unos 30 soles y nos marchamos a visitar la Huaca Pucllana.

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La Huaca Pucllana es un lugar arqueológico perteneciente a la cultura Lima y es uno de los principales reclamos turísticos de la ciudad. Su construcción se sitúa en torno al 200 -700 d.C, está construido con adobes y rellenos de cantos rodados y arena y en su interior encontramos una pirámide de 25 metros de alto, además de un conjunto de patios y plazas. La entrada cuesta 12 soles, la mitad si sois estudiantes y está abierto hasta las 17:00.

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Realmente es una visita que merece mucho la pena y un imprescindible si visitáis Lima. Al parecer también tienen visitas nocturnas de miércoles a domingos desde las 19:00 hasta las 22:00 por 15 soles.

Cuando terminamos la visita nos marchamos al hotel, estamos exhaustos y aún nos queda una pequeña visita al lugar que nos dará la despedida al Perú, así que descansamos un par de horitas, en las que nos da tiempo a ver la película Spiderman en español latino. A pesar de que vimos películas durante el viaje, siempre había sido en inglés, y tengo que decir que la sensación es muy extraña. Parece que en cualquier momento vas a ver que son tomas falsas o un vídeo de broma.

Cuando empieza a atardecer nos desplazamos hasta el circuito del agua, situado en el Parque de la Reserva. Este circuito es un conjunto de 13 fuentes donde el agua, la música, la luz y los efectos láser se mezclan para presentarnos un espectáculo de fantasía. Es algo parecido a la fuente de Montjuic en Barcelona, aunque al estilo peruano.

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La entrada cuesta 4 soles y los horarios del espectáculo son a las 19:15, a las 20:15 y a las 21:30. En 2009 consiguió el Récord Guiness al reconocimiento y distinción mundial por ser el complejo de fuentes más alta del mundo en un parque público. Actualmente se considera un símbolo de modernidad de la ciudad.

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Con estas últimas imágenes aún en nuestra mente, nos marchamos al hotel, donde hacemos las maletas y descansamos. Al día siguiente sale nuestro vuelo hacia Madrid a las 9 y media de la mañana. El taxi hasta el aeropuerto nos cuesta 35 soles.

Una vez en el avión nos esperan 12 horas de vuelo, llegaremos a Madrid a las 5:30 de la mañana y deberemos tomar otro vuelo rumbo a Ibiza a las 7:30 y después un barco hasta Formentera.

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Aquí concluye el mejor viaje que hemos hecho hasta el momento, el de más duración y en el que más hemos aprendido.

Jamás habíamos viajado con la mochila a cuestas, cambiando de ciudad o pueblo cada día, dejando de lado las comodidades (como tener electricidad o agua caliente las 24 horas) y conociendo una civilización muy diferente a la nuestra. En el camino hemos dejado atrás miedos (especialmente yo), ya sea a lo desconocido, a volar, a lanzarnos por dunas de arena o a escalar una de las montañas más famosas del mundo, pero a cambio hemos llenado esos huecos con vivencias únicas, con la sensación de ser capaces de todo cuanto nos propongamos y de formar parte de una cultura milenaria.

Realmente es un viaje que puede cambiarte mucho si evitas ir como un turista VIP y decides abrir tu mente y conocer aquello que te rodea. Así que si aún no tenéis un destino en mente, o si queréis ir a Perú pero no lo tenéis claro: ¡no lo dudéis más! ¡No os arrepentiréis!

Espero que mis relatos os sirvan de ayuda u os inspiren en vuestro viaje, ya lo dije en la primera entrada pero os lo repito, no os quedéis sólo con mi experiencia. Leed todos los blogs de viajes que podáis y tomad de ellos aquellas cosas que os puedan ayudar, sed ambiciosos e incluid en vuestras rutas todos las paradas posibles (siempre hay tiempo de descartar sitios por falta de tiempo o porque no os atraigan lo suficiente) y sobre todo, dejad atrás las fobias y esos miedos que a veces no nos dejan disfrutar.

¡Lanzaos a la aventura, porque la recompensa es una vivencia que nada ni nadie podrá arrebataros!