Conocida por su increíble patrimonio renacentista, Úbeda es una ciudad perfecta para iniciarse en la ruta por los pueblos jiennenses. Tiene una oferta cultural que cubre varios siglos de historia y planes para todas las edades. Hoy os propongo un pequeño paseo por la ciudad para descubrir alguno de sus atractivos y dejaros con ganas de volver y conocer mucho más.
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En pleno corazón de Jaén encontramos Úbeda, uno de esos pueblos que levanta pasiones en aquellos que lo visitan. En esta zona podemos encontrar a partes iguales bosques de olivos de un color verde intenso con una ciudad renacentista vestida de piedra tallada, pero sorprendentemente también se nos muestra una cultura sefardí que permaneció dormida durante muchos años y gracias a una casualidad despertó, regalándonos una preciosa sinagoga que no deja indiferente a nadie.
A pesar de ser jiennense, nunca me había sentido demasiado atraída por Jaén. Me gustan las zonas rurales (de hecho tengo pendiente hacer algunas rutas senderistas), pero no pensaba que pudiera encontrar lo que ofrecen otras provincias como Málaga o Sevilla. Peeeeeeero, como bien dice el refrán «Rectificar es de sabios» y decidí empezar a visitar algunos pueblitos cada vez que me acerque a casa.
No pude elegir mejor ciudad para empezar a descubrir la provincia; y, aunque nos faltaron algunos edificios importantes por visitar ya que teníamos pocas horas y encontrar otros cerrados por ser domingo, os ofrezco algunas pinceladas de la ciudad. Así que venga, ¡vayámonos por los cerros de Úbeda!.
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Empezamos el día dejando el coche en el aparcamiento de Calle Redondo de Miradores, fuera de la muralla. El motivo lo tenéis en la foto que se encuentras sobre estas líneas, las vistas. Un extenso mar de olivos se muestra ante nosotros y es una postal digna de ver. Desde aquí caminaremos hacia arriba hasta llegar a nuestra primera parada.
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Como veis el paseo bien merece la pena sólo por estas imágenes, pero el día acaba de empezar y esto no es más que el aperitivo. Y, aunque no es lo habitual, vamos a empezar por una alfarería. Sí, habéis leído bien. Uno de los comercios que llaman la atención a los visitantes y a los locales es la Alfarería Tito creada por Juan Martínez Villacañas, más conocido como Tito.
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Aunque 25 años antes la familia ya tenía tradición alfarera, no es hasta 1965 cuando crean su firma. En este pequeño local encontramos la elaboración más castiza y tradicional, comprometida con su pasado pero pensando en el futuro. Entrar es enamorarse de sus platos o botijos y sentirse transportado a la época de nuestros abuelos. Tito es famoso por su arte en toda España y parte del mundo con varios premios que lo avalan, por eso, estéis interesados en comprar o no, os recomiendo hacer una pequeña visita a esta alfarería.
Caminando hacia la Plaza Vázquez de Molina, unos metros antes de llegar, justo a la derecha encontramos la entrada a la Sacra Capilla del Salvador. La entrada cuesta 5€ (2,50€ para los niños).
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Esta iglesia es uno de los tesoros renacentistas de la ciudad, su construcción comenzó en 1536 y terminó 20 años después. Fue Francisco de Cobos el que ordenó su construcción, un hombre que amasó una fortuna y poder y títulos nobiliarios, llegando a ser Contados y Secretario de Estado de Carlos I, y encargó esta labor a Diego de Siloé, Andrés de Vandelvira y a Alonso Berruguete, el encargado de realizar el retablo del altar mayor.
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El interior fue diseñado como templo funerario con una gran rotonda que usarían los nobles durante la misa y una nave añadida destinada al pueblo. Lo más llamativo es el retablo de madera del altar mayor que muestra la Transfiguración, del original únicamente se conserva el Cristo central, ya que el resto fue quemado durante la Guerra Civil. Hasta hace un par de años, encontrábamos también una obra realizada por el mismísimo Miguel Ángel, un San Juanito en mármol, actualmente se encuentra en el Museo del Prado de Madrid.
La sacristía es otro de sus principales atractivos, considerada como una de las obras cumbres del renacimiento español con una decoración que simboliza los vicios y las virtudes y figuras, bustos y alegorías como cariátides o sibilas.
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El exterior es su parte más bonita, la portada es de estilo plateresco decorada con escenas mitológicas, como Hércules luchando con dos toros a un lado y una bestia en el otro. Sobre la puerta aparecen dos mujeres sosteniendo carteles que representan la fe y la justicia y los escudos de los Cobos y los Mendoza. En el centro encontramos la transfiguración de Jesús, en el friso escenas del éxodo y a ambos lados de la puerta dos escudos sujetados por hombres y mujeres que pisan unos sarcófagos intentando evitar que se escapen los muertos.
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A la izquierda se encuentra el Parador de Turismo, o Palacio del Deán Ortega, un antiguo palacio renacentista del siglo XVI reconvertido en hotel. Aunque no es visitable, la fachada exterior muestra una arquitectura que recuerda a las de cualquier ciudad italiana, y sí que podéis entrar para echar un vistazo al patio interior, uno de los más bonitos de Úbeda. Es un patio clásico de dos plantas y galerías con arcos de medio punto sostenidos por columnas de mármol. No os llevará más de 5 minutos y seguro que os gustará.
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A pocos metros de estos edificios y presidiendo la plaza Vázquez de Molina, encontramos la fuente renacentista de Úbeda, quizás la fuente más famosa de la provincia jiennense.
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Es una fuente del siglo XVI, regalada por la ciudad de Venecia a Francisco de los Cobos, secretario del emperador. Es una fuente con estructura octogonal, con una pileta superior decorada con relieves de ranas, lagartos y serpientes y decoración grutesca en la parte inferior. Es una de las protagonistas de la ciudad, y la gran fotografiada.
Y, de nuevo, retomamos la ruta. Nos encontramos en la Plaza Vázquez de Molina, el centro neurálgico de la población. Como veréis es el lugar donde se concentran los mejores edificios arquitectónicos del renacimiento español, y ahora es turno del Palacio Vázquez de Molina, también conocido como el Palacio de Las Cadenas, debido a las cadenas que rodean la parte delantera del edificio.
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Actualmente este edificio es el Ayuntamiento de Úbeda, los fines de semana está cerrado, pero he leído que se puede visitar entre semana y la entrada es gratuita (aunque no lo puedo asegurar al 100%). Lo más llamativo son los dos leones de piedra en la fachada, que son símbolo de la ciudad. En la parte superior hay numerosas esculturas con forma humana y columnas de los tres órdenes arquitectónicos. Otro de los detalles que llama la atención son los grafitis que hacen referencia a personajes o hechos conmemorativos.
También es de época renacentista, su construcción se inicia en el año 1562 y, aunque su principal función sería la de actuar como palacio, finalmente no llegó a ser ocupado y se remodeló para utilizarse como monasterio.
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Justo frente a él se encuentra la iglesia Santa María de los Reales Alcázares. Uno de los motivos principales de la importancia de este edificio es que bajo él se han encontrado restos de la Edad del Bronce, de un templo romano dedicado a Diana y una mezquita musulmana, ésta última, tras la conquista cristiana, fue convertida en Iglesia Mayor. La entrada cuesta 4€ para los adultos y 1,5€ para los niños, aunque hay algo que debéis de tener en cuenta: los domingos cierra a las 14:00, y quizás es mejor empezar por aquí la visita.
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La iglesia que hoy conocemos se construyó entre 1510 y 1645, consiguiendo mezclar el estilo medieval y el más clásico. El interior está dividido en cinco naves con capillas góticas y techos con bóvedas de cañón. La Colegiata de Santa María de los Reales Alcázares es Patrimonio de la Humanidad desde 2003 y Monumento Nacional desde 1926.
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En el costado de Santa María de los Reales Alcázares se ubican la cárcel del Obispo y el palacio del Marqués de Mancera. Ninguno son visitables, pero son símbolos de la ciudad que merecen la pena contemplar. El Palacio es un ejemplo de casa palacio medieval.
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Dejamos atrás la Plaza Vázquez de Molina y nos dirigimos ahora a la plaza del ayuntamiento. Allí se encuentra el Hotel María de Molina, que como ya pasaba con el Parador de Turismo, antiguamente era un palacio del siglo XVI con 3 plantas y que conserva elementos originales como la estructura del edificio, el patio central y la fuente que lo adorna.
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A pocos metros caminando encontramos el Palacio Anguís de Medinilla, una casa señorial del año 1580 que buscaba ensalzar la ciudad y dar muestra del poder. Es todo un ejemplo gracias a su fachada con grandes vanos y a un patio columnado interior, tan típico en estas construcciones.
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Desde aquí nos dirigimos al Convento de Santa Clara, monumento nacional desde 1979 y uno de los monasterios más antiguos de Úbeda que aún sirve como alojamiento a monjas de clausura. Es uno de los conventos donde se alojó Isabel la Católica cuando se dirigía a Baza.
Nuestra siguiente parada es el Hospital de Santiago, una de las mejores obras de Juan de Vandelvira. El obispo de Jaén ordenó su construcción en 1562 para alojar a los enfermos pobres, además de contener una iglesia – panteón y un palacio. Desde 1917 es un monumento arquitectónico histórico – nacional, y actualmente acoge exposiciones culturales y congresos.
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Hacemos un alto en el camino para comer. Hemos caminado bastante, así que toca reponer fuerzas. Después de echar un vistazo en varios restaurantes y no quedar convencidos, decidimos seguir el consejo de mi tío, que es un experto en los pueblos de Jaén y sus restaurantes, y nos acercamos a uno de los más castizos y tradicionales de Úbeda, la Venta Juanillo.
Se encuentra a unos 15 – 20 minutos caminando del centro y, de verdad, que no os arrepentiréis. Ofrecen un menú por 10€ con platos tradicionales y de «puchereo», además de unos postres caseros que «quitan el sentío». Esta es su página web por si queréis echarle un vistazo y ver la ubicación exacta. Tengo que reconocer que se me olvidó hacer fotografías a todos los platos, teníamos tantas ganas de probarlos que se me pasó; pero os dejo alguna de las que sí pude hacer y os recomiendo al 100% el salmorejo (sin thermomix, hecho a la antigua). A veces cuando viajamos, pensamos que los sitios más finos son los mejores y, aunque puede ser así, también es bueno probar los restaurantes de toda la vida y disfrutar de la mejor gastronomía sin tener que pagar un precio excesivo.
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Con el estómago lleno, damos un paseo de vuelta disfrutando de algunos detalles y comercios muy curiosos y acercándonos a la Plaza de Andalucía, donde encontramos también la Torre del Reloj. Se encuentra en el centro de úbeda y está totalmente rodeada de soportales donde encontraréis muchísimas cafeterías y bastantes comercios. Justo en el centro se alza un monumento al General Saro.
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Desde aquí caminamos a la última visita del día, recreándonos con los callejones tan bonitos de la ciudad.
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La última parada del día es la que más nos gustó a todos, la Sinagoga del Agua. Creedme cuando digo que no podéis marcharos de Úbeda sin visitarla. La entrada cuesta 4€ y siento decir que las fotos están prohibidas en el interior. La visita es guiada, y explican todo al detalle y de tal manera, que se hace súper amena y te dan ganas de conocer mucho más de la cultura judía. La sinagoga apareció por casualidad tras unas excavaciones, un par de amigos compraron el edificio con intención de realizar apartamentos, cuando empezaron a excavar para construir aparcamientos encontraron este tesoro. Uno de ellos decidió que debían hacer todo lo posible por conservar la sinagoga en el mejor estado y así comenzó su rehabilitación.
La visita comienza con una habitación conocida como la casa del Inquisidor, desde aquí bajamos a la parte inferior, donde está lo interesante de la visita y la auténtica sinagoga. En esta parte se encuentran los pozos (sólo podemos ver dos, pero en total hay siete, el número sagrado de los judíos) y el espacio de purificación en el que los judíos acostumbran a bautizarse.
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Hay un dato que nos contaron que me pareció muy interesante, al parecer, cada vez que finalizan una etapa de su vida e inician otra, los judíos realizan este baño purificador para empezar su nueva vida puros; ya sea tras terminar los estudios, justo antes de casarse, tener un hijo o fundar una empresa, dejan atrás las impurezas y comienzan de cero. Pero si hay algo que nos llamó a todos la atención es que el agua brota de manera natural en esta especie de piscina, además de que el día del solsticio de verano, los rayos de sol iluminan perfectamente esta estancia. No os desvelaré mucho más ya que, como antes decía, es una visita que realmente merece la pena y de la que no os arrepentiréis.
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Antes de marcharnos hacemos una pequeña parada para conocer el bar dedicado a su hijo predilecto, Joaquín Sabina. Cómo no, el local se llama Calle Melancolía y su dueño, Alfonso, tiene el local completamente adornado con fotografías del artista desde su infancia a la actualidad por supuesto sonando de fondo como banda sonora la discografía de Sabina.
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Recogemos el coche visitando una de las puertas de la antigua muralla de la ciudad y, por supuesto disfrutando del maravilloso atardecer de la ciudad, con el que me despido de esta entrada. Nos quedaron pendientes algunos edificios como la iglesia de San Lorenzo, pero así tenemos una excusa para volver a esta preciosa ciudad.
Si sois andaluces, (y especialmente si sois jiennenses) ¡no lo dudéis, coged vuestro coche y salid a descubrir las maravillas que tenemos tan cerquita y que a veces desconocemos o no valoramos lo suficiente! ¡Perdeos por los cerros de Úbeda!
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