Los colores cálidos, la brisa y el sonido del viento serán los protagonistas de mi post de hoy. Una visita a la Duna du Pilat, un lugar de ensueño.
A tan solo una hora en coche de Burdeos se encuentra Arcachon, una localidad costera francesa que alberga un pequeño gran tesoro de la naturaleza.
En pleno pueblo dedicado al turismo de verano de gente adinerada, encontramos un cabo que se adentra en la bahía; y la duna de arena más alta de Europa.
Más de 100 metros de altura, 500 de ancho y 2.700 de largo. Para los curiosos, aquí tenéis las medidas de uno de los paisajes naturales más bonitos, no sólo del Europa, del mundo.
Una de esas escapadas que deben hacerse, al menos una vez en la vida; todo un sueño hecho realidad.
Más de un millón y medio de personas al año eligen esta duna como parada y visita. La realidad es que nunca decepciona. Sus colores enamoran y te hacen soñar con volver.
Un organismo vivo en constante cambio y que se deja llevar por el aire (cada año se desplaza de 1 a 5 metros). Creo que ya os tengo más que convencidos, ¿empezamos nuestra visita a la Duna du Pilat?
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Comienza un nuevo día en Francia y mi primo, experto en encontrar planes de un día maravillosos, me comentó que sería muy interesante hacer una escapada a Arcachone para visitar la duna más alta de Europa.
Era nuestro último día en Burdeos. El tiempo nos acompañaba; hoy el sol brillaba con fuerza y no queríamos perdernos por nada del mundo semejante regalo de mamá natura.
Hoy toca visita a la Duna du Pilat.
¿QUÉ ES LA DUNA DU PYLAT?
Como todo lo bello de nuestro planeta, la formación de estas dunas tiene una leyenda en su historia.
Contaban los locales que el responsable de que hoy exista esta maravilla es el colapso de un banco de arena oceánica. Esta costa era conocida como la Costa de la Plata; y sus habitantes trataron de preservarla luchando contra una silenciosa invasión de arena.
Así, nació el Bosque de las Landas.
De nada sirvieron sus esfuerzos. A mediados del siglo XIX, gracias a las corrientes marinas y al viento del oeste, la duna ya tenía unas medidas muy similares a las que presenta actualmente.
Una duna que ocupa una superficie de unas 87 hectáreas (unos 60 millones de metros cúbicos de arena) que ya no es un enemigo, sino su tesoro y al que, irónicamente, tratan de cuidar a toda costa.
Aunque la duna lleva miles de años en formación, la gran cresta tiene únicamente 250 años y sigue en continuo crecimiento (entre 3 y 4 metros al año). En las últimas mediciones, su altura era de 105 metros.
CÓMO LLEGAR A LA DUNA DU PYLAT
✻ La forma más cómoda de llegar a nuestra visita a la Duna du Pilat es en vehículo propio o alquilado; se ahorra tiempo y podréis hacer parada en Arcachone para descubrir una ciudad más. Os dejo la ruta que debéis seguir clicando aquí.
✼ Transporte público. En este caso es necesario hacer una combinación de tren y autobús. Los trenes parten desde la estación de Saint Jean y encontraréis varios horarios para elegir el que mejor se adapte a vuestro plan. El ticket cuesta 11,50€ ( ida por persona); aunque encontraréis diferentes precios según el horario y la acomodación en el tren. Clicando aquí podréis comprobar todos los horarios y precios.
Una vez llegamos a Arcachon es necesario tomar un autobús. Hay que buscar la parada de Línea 1 (justo frente a la pizzería que hay a la salida de la estación). Es muy sencillo ya que el autobús viene con un cartel luminoso que indica «Duna du Pilat».
Los horarios varían mucho dependiendo de la época del año, lo mejor es que los comprobéis. Haciendo clic aquí podréis verlos.
- Para llegar desde el centro de Burdeos a la estación de Saint Jean hay que tomar la línea C del tranvía. El ticket cuesta 1,60€.
- En la estación de tren hay consignas para dejar las maletas. En nuestro caso fueron 7,50€ por dos maletas de mano.
VISITA A LA DUNA DU PILAT
Al llegar al final del trayecto en bus (dura menos de una hora), encontraremos un sendero bordeado por una pineda altísima. Tras pocos pasos llegaremos a un área de servicios con aseos, tiendas de souvenirs, algunos bares y zonas para comer. También hay un pequeño centro de interpretación, aunque nosotros lo encontramos cerrado.
La entrada a la duna es totalmente gratuita.
Si vais en coche sí que tendréis que pagar el parking. (la primera media hora es gratuita y luego cuesta 4€ por 4 horas). Aunque sólo se tardan unos 10 minutos caminando desde el parking hasta la duna, la subida y bajada, más el tiempo que se invierte arriba es mucho más que esa media hora de cortesía.
Las vistas son tan mágicas que media hora se pasará en un minuto.
Aún así, no es un precio nada excesivo para el espectáculo que se presenta ante nosotros.
Anualmente, más de un millón de personas visitan este fenómeno de la naturaleza que, además, es el segundo lugar más visitado de Francia, justo detrás del Monte de Saint Michel.
Y, si caminamos unos metros más..
Ante nosotros aparece la inmensa duna. Creedme cuando os digo que os dejará impresionados por su tamaño.
Entre los meses de abril a octubre encontraréis una escalera apoyada en la duna para subir la pendiente sin demasiado esfuerzo.
Pero, si como nosotros (que viajamos en febrero) vais fuera de estos meses, os toca sufrir un poquito y «engordar» un par de kilos con la arena que entrará en vuestros zapatos.
Aunque parezca una tontería, esta escalera sería de gran ayuda. La duna tiene un ángulo muy pronunciado y el esfuerzo es considerable; pero seguro que os pasa como a nosotros y se os olvida al llegar a la cima.
Una vez que lleguéis a la cima, os quedaréis sin aliento (y no por el ascenso).
Las vistas son más que impresionantes. Por un lado, el océano Atlántico con playas justo a orillas de la duna. Por otra parte, el Cabo Ferret, la isla de los pájaros y la bahía de Arcachón.
En mi caso, no había buscado información sobre la duna, ni tan siquiera había visto fotografías y creo que eso hizo que mis sensaciones fueran tan mágicas. A veces, la mejor forma de viajar es así, ya que nunca puedes sentir decepción.
Justo frente a la duna se encuentra el Banco de Arguín, un islote o banco de arena en mitad del océano. Es un espacio protegido, ya que es una reserva natural. Además, debido a las corrientes marinas y el viento constantemente cambia de forma y dimensión.
La duna tiene algo que te atrapa, no sé si son sus vistas, sus colores cálidos en contraste con el azul del océano y del cielo, el silencio o la sensación de plenitud, pero lo cierto es que una vez arriba deseas congelar el minutero y fotografiar mentalmente cada detalle en tu memoria para no olvidarlo jamás.
Para todos aquellos que amáis viajar, será un auténtico regalo para los sentidos y un remanso de paz y sólo podréis sentir agradecimiento, a la vida y a la naturaleza porque existan lugares así y poder estar vivos para disfrutarlos.
Con pena, y tras muchos clics con el móvil, nos damos cuenta de que es hora de iniciar el descenso. Sentirse parte de este paisaje por unas horas, y con una persona tan especial para mi es uno de los mejores regalos que puedo llevarme de mi viaje.
Creo que las mejores experiencias de mi vida suelen ser en lugares donde la mano del hombre poco o nada han modificado el paisaje.
Aquí la protagonista es la naturaleza, ¡y la arena! por que, si en la subida ya cogimos unos cuantos gramos de más, la bajada es casi como rebozarse en ella. Al no estar instaladas las escaleras, vuestras piernas se hundirán en la arena prácticamente hasta la rodilla. Creedme si os digo que mis zapatillas aún tienen arena después de lavarlas tres veces.
Para los que tengáis algo más de tiempo, quizás os interese saber que el municipio donde se encuentra la duna, Teste de Buch, ofrece muchas actividades como surf o rutas en bicicleta y que justo en el bosque podréis hacer camping.
UNA ANÉCDOTA DE NUESTRA VISITA A LA DUNA DU PILAT
Siempre que viajéis y tengáis horarios «cerrados» como tickets de tren y vuelos, ¡fijaos bien en los horarios!
Cuando llegamos a la duna, no comprobamos a qué hora pasaba el autobús para volver a Arcachon. Fuimos a la parada y, tras una hora y media esperando, empezamos a creer que nadie vendría a por nosotros.
Unos chicos llaman por teléfono para preguntar qué ocurre y nos confirman lo peor; al ser festivo en Francia, la línea está limitada y aún falta otra hora para que el autobús llegue a nuestra parada.
Tenemos 20 minutos para llegar a Arcachone, coger el tren a Burdeos y de ahí un nuevo tren a París y no tenemos cómo volver. No hay taxis, no hay otro transporte público, no hay nada.
En un acto de desesperación empezamos a hacer autostop durante unos 10 minutos sin mucho éxito. Finalmente encontramos un alma caritativa que nos acerca a la estación en el último minuto (fue llegar y montarnos en el tren).
Ahora nos reímos mucho de nuestra experiencia, pero en su momento creíamos que nos quedaríamos tirados en la duna.
Y para todos aquellos que vais a viajar, ya sea a Burdeos o a cualquier destino; no os conforméis con la ciudad que visitéis.
Investigad un poquito más. Puede que una maravilla como ésta os esté esperando a la vuelta de la esquina y seguro que merecerá la pena.
Burdeos nos pareció una ciudad preciosa, pero creo que ambos nos quedamos como momento de mayor intensidad con nuestra visita a la Duna du Pilat. Nos reímos como niños pequeños tirándonos en la arena, haciendo fotografías y vídeos y disfrutando del paisaje; así que no dudéis en acercaros a Arcachone si estáis cerca y visitar la duna más alta de toda Europa ¡no os arrepentiréis!
¡MUCHAS GRACIAS POR LEERME!